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DECIR «NO» PARA PONER LÍMITES

DECIR «NO» PARA PONER LÍMITES

Un día estaba hablando con grupo de madres de los niños de hoy en día. Salió el tema de poner límites a los niños y del poco uso del NO para educarlos y “es que ahora no sabemos decir que NO a los niños”, decían.

Pero el verdadero problema es que no sabemos cuando decir NO, que lo decimos demasiadas veces y sin motivo.

Creemos erróneamente que debemos negar lo que piden los niños para mostrar autoridad, pero así solo transmitimos injusticia y no creo que queramos que nuestr@s hij@s sean injustos a su vez.

Tendemos a pensar que el niño “necesita” que se le impongan ciertas reglas y límites que varían según el entorno familiar, porque si no se volverá incontrolable y caprichoso.

No estamos hablando de decirle que NO a un niño que intenta desatarse de la sillita del coche o que intenta tirarse por las escaleras o que juega con un cuchillo…

Ningún padre lo permitiría; hablamos de los límites sin sentido (por lo menos para el niño) solo por el hecho de imponerse frente a él y demostrarle superioridad y autoridad, del tipo “no toques ese papel”, “no juegues con eso”, “no te lo voy a dar porque lo pidas o llores”, “ahora no, porque no es el momento”, “porque lo digo yo”……

Y un sinfín de frases que, no tenemos razón para negar porque no educa al niño, si no que lo confunde y provoca en él inseguridad, desconfianza y una visión de incoherencia por parte de sus padres, que a veces le permiten y a veces no, en la misma situación.

Te propongo un sencillo ejercicio! Yo creo que nos pasamos el día negándoles cosas, y para comprobarlo te propongo que tomes nota durante un solo día de las veces que le dices NO a tus hij@s….

Al final del día te sorprenderás!

En la segunda parte toca transformar esas negaciones en afirmaciones solo guiando la conversación: En lugar de decir “no toques eso” podemos decir “esto te puede hacer daño, puedes tocar aquello otro”

¿Parece sencillo verdad? Pues todavía es más sencillo hacerlo!

Menos traumático para el niño y menos estresante para ti.

Cambiemos el ESTO NO por el ASÍ SÍ.

 

Mónica Queralt

¿QUIERES QUE TU HIJ@ TE OBEDEZCA?

¿QUIERES QUE TU HIJ@ TE OBEDEZCA?

¡Es más fácil de lo que crees! Solo tienes que imaginar que eres un espejo…

Cuando tu hijo esté frente a ti dale por las mañanas los buenos días, pídele perdón cuando te equivoques, demándale las cosas por favor, dile que le quieres, dale las gracias cuando te ayude o haga algo que le pides…

Y entonces ocurre el milagro..

El niño se reflejará en ti y te acabará deseando los buenos días, te pedirá perdón cuando se equivoque, te demandará las cosas por favor, te dirá que te quiere, te dará las gracias cuando le ayudes o te pida algo…

Pero cuidado! Si quieres que tu hijo coma verdura, lea cada día, se lave los dientes, no mienta o te abrace, tu deberás hacerlo primero!

Porque cuando das ejemplo estás plantando una semilla, e igualmente con el ejemplo la vas regando.

No esperes resultados inmediatos, éstos solo se consiguen con los castigos y las amenazas (tu también obedecerías, ¿no?). Con el ejemplo los resultados son a largo plazo pero se integran más, son para toda la vida, son más poderosos y difícilmente destruidos en un futuro.

El niño que aprende en el seno familiar las buenas costumbres, rutinas sanas y una vida llena de amor, abrazos y besos, no puede ser coaccionado de adulto. Los niños son como una taza.

Antes de los 8 años los niños aprenden, interiorizan y llenan su taza con una filosofía, principios y valores, además de lo que van adquiriendo mientras crecen (se hace y se nace), pero si el niño ha sido maltratado, humillado, amenazado, sometido y reprimido antes de los 8 años, si hemos llenado su taza con temor, gritos, nalgadas y reprimendas, difícilmente podremos meter algo más, porque no se puede llenar una taza que ya está llena.

Ese es el “sacrificio”, nuestra disciplina como padres, el trabajo que debemos hacer:

La de procurar a los niños preciosas vivencias, cariño, comprensión y entendimiento.

Porque como siempre digo, los padres estamos para guiar a nuestros hijos en la gran aventura de la vida, no son de nuestra propiedad, vienen a través de nosotros pero no nos pertenecen, no tenemos que moldearlos porque ya se encarga de hacerlo la vida misma.

Mi conclusión es clara:

Si quieres que tu hijo te obedezca, empieza pues, por obedecerte a ti mismo.

 

Mónica Queralt

 

¡LA TETA O LA VIDA!

¡LA TETA O LA VIDA!

Tal vez no te lo hayan dicho así exactamente, pero seguro que has oído frases del tipo:

“Tienes que dejar el pecho o no te podrás medicar”

“Si le das teta los pechos se te quedarán caídos”

“O le quitas el pecho o nunca dejará de mamar”

“Si le dejas mamar lo que quiera, nunca va a querer comer otra cosa”

Las personas desinformadas sobre el tema en lactancia materna (el pediatra, la vecina, la amiga, la suegra…) llegan a hacerte dudar sobre cuánto, cómo y cuándo dar el pecho y esa simple opinión puede marcar la diferencia entre dar o no dar el pecho, con la excusa de que es mejor para ti, por que no hace falta estar esclavizada, no hace falta sufrir, por que pudiendo dar el biberón ¿Por qué vas a dar el pecho?

Pues por la sencilla razón de que es mejor en todos los sentidos! No solo nutricionalmente si no también psicológicamente y numerosos estudios lo demuestran.

Dar el pecho se ha convertido en una lucha, un privilegio, un lujo de quién pueda permitírselo, ya que la conciliación laboral, las dudas que nos provocan cuando vamos al médico, las opiniones exteriores de terceros y las demás tareas nos exigen reducir el tiempo de teta con la excusa de que no es TAN NECESARIA.

¿En qué momento de nuestra evolución como mamíferas nos alejamos tanto de nuestros hijos? 

Ya no podemos escuchar esa llamada del instinto materno que nos dice “da el pecho”, esa voz interior que nos acalla continuamente la sociedad haciéndonos creer que dar el pecho es lo mismo que dar el biberón.

Y de esa forma nuestro instinto materno muere, se esconde muy adentro y dejamos que los demás (menos expertos en dar el pecho que tu!) manipulen nuestra lactancia.

¿Crees realmente que hubieras actuado igual si en el momento de tener a su hijo sobre tu pecho no te hubieran dado absolutamente ningún consejo?

Muchas mamás han salvado sus lactancias gracias a terceras personas, es verdad. Pero es normal teniendo en cuenta que ya no vemos dar de mamar a nuestras tías, madres, abuelas, amigas ni vecinas.

Ahora necesitan ayuda muchas mamás.

Pero, ¿Cómo saben dar de mamar el resto de animales mamíferos? Pues observando a las demás mamás y siguiendo su instinto materno.

¡Recuperémoslo! Volvamos a sentirnos capaces de parir, dar el pecho y gestionar la crianza de nuestros hijos, como se ha hecho durante toda nuestra existencia.

¿O creéis qué es gracias a los demás que hemos sobrevivido hasta ahora? No, es gracias a las mamás, que durante miles de años han sabido pasarse unas a otras el milagro de alimentar a sus hijos con sus propios fluidos.

Que no te sugieran la teta o la vida, que no te hagan elegir una cosa o la otra, porque no son dos conceptos que vayan por separado, porque precisamente, la TETA es VIDA.

Mónica Queralt

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