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LA IMPORTANCIA DEL PADRE EN LA CRIANZA

LA IMPORTANCIA DEL PADRE EN LA CRIANZA

Reconozco que es un título tan absurdo como haberle puesto «la importancia de la madre en la crianza», pero pretende ser un halago a los papás implicados en la educación y crianza de sus criaturas y en especial a mi actual pareja y padre de mis dos hijos pequeños, Otger y Vidal. Podéis cambiar la palabra «padre» por «pareja» si me leen dos mamás con criaturas.

Muchas veces creemos que el padre pasa a segundo plano o a un papel secundario en el hogar después de tener hijos e hijas, terceras personas comentan que, desde que nace un bebe el padre pasa a ser un personaje secundario y la gran protagonista, la madre, tiene todas las atenciones, felicitaciones y halagos.

Cuando nace una criatura la madre suele ser el foco de atención lógica de los demás y es normal teniendo en cuenta que es ella la que pasa por un parto, un revoltijo de hormonas, un postparto muchas veces nada fácil, una posible cesárea (que no deja de ser un parto con la complicación de una intervención quirúrgica), etc.

El padre pasa por múltiples emociones y sentimientos, pero al lado de una mujer recién parida y durante los primeros meses, ésta supera con creces esa intensidad por la situación emocional y física en la que se encuentra.

Y es preferible, ¡la naturaleza sabe lo que hace! La mamá se siente abrumada y desea estar con su recién nacido y por eso debe recibir un cuidado especial para que pueda ocuparse de él.

Una mamá debería estar contenida y alimentada durante varios días después de dar a luz, de esa forma se encarga de lo importante: ella misma y su bebé. Y ahí entra el padre en la crianza…

El papel del padre es de vital importancia, ya que cuida a su bebé a través de la madre, es decir, su bebé estará en las mejores condiciones si lo está su mamá.

A casi todos los padres les encanta formar parte íntegra del cuidado de su bebé, pero me encuentro numerosas veces (demasiadas…) familias en las que si la mamá tiene la intención de dar lactancia materna exclusiva, la sociedad hace sentir al padre relegado en la crianza.

Una mamá debería disfrutar de la exclusividad de dar el pecho, el papa puede hacer otras cosas, o lo que es lo mismo: ¡todo lo demás!

Parir y amamantar es lo único que un hombre no puede hacer y nunca ha habido ningún problema mientras evolucionamos como animales humanos.

La mamá da el pecho por múltiples razones, la naturaleza sabe lo importante del vínculo bebé-mamá, y de la misma forma que no se nos ocurriría darle biberón a los cachorros de, por ejemplo una perra, no deberíamos utilizar el biberón como si fuera lo normal o lo mismo que dar el pecho.

De esta forma hemos llegado a creer que un padre puede «participar» en la alimentación de su bebé, cuando eso es totalmente innecesario, por lo menos los 6 primeros meses de lactancia exclusiva y si no existe una dificultad real para amamantar, incluso si la decisión pensada de una madre es no querer dar el pecho, ya que un bebé espera alimentarse en su hábitat, el regazo de la madre que lo ha parido.

Si la madre decide dar el biberón, la importancia del padre en la crianza no cambia, pero que no nos hagan creer que por dar el pecho las madres, ellos dejan de participar.

Quiero dar las gracias a todos esos padres implicados en la crianza, a esos padres que trabajan en equipo con sus compañeras, que conviven en familia dando lo mejor de ellos mismos, que creen en sus mujeres como mamás y confían en su instinto para cuidar de su prole.

Como si de un engranaje se tratara, sin el trabajo de uno, no puede seguir el del otro. Y ahí está el padre, creyendo muchas veces que su participación está a la sombra, sin darse cuenta de que cada palabra, cada gesto, cada beso, eleva a la mamá hacia el bienestar para sentirse amada y criar desde la serenidad y la calma.

En mi caso mi pareja es el perfecto compañero, me apoya en la decisión de dar el pecho donde sea (si, creo que deben poder opinar aunque acabe por decidir la madre), entiende mi cansancio, se adelanta a mis necesidades e intenta cubrirlas en todo momento, es mi pilar, la mano que me sostiene, mi varita mágica con la que pido lo que necesito sin tener que estar pendiente de otras cosas.

Ha procurado, durante todo mi postparto y hasta el día de hoy, una atención y entrega que han facilitado enormemente la crianza en pareja y mi vínculo con el bebé.

Me ha hecho sentir querida, en paz, feliz y la mejor madre del mundo.

Gracias a él, mi tranquilidad y serenidad han permitido que mi hijo fuera creciendo en quietud en el hogar, hemos hecho cada uno nuestro cometido como manada (por ejemplo, yo doy el pecho porque soy la que tengo tetas).

Al haberme separado del padre de mi primera hija cuando ésta tenía pocos meses, valoro y aprecio mucho la entrega, el amor y el apoyo de mi pajera actual como padre, amigo, confidente, socio y amante.

Gracias Toni por estar en cada momento que te he buscado, vives en cada latido de mi corazón y el de nuestros hijos.

Mo Queralt

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