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EL NIÑO CONSENTIDO CON SENTIDO

EL NIÑO CONSENTIDO CON SENTIDO

Cuando hablamos de un niño consentido nos suele venir a la cabeza un niño pequeño enfadado porque no le dejan hacer y conseguir lo que quiere pero que se acaba “saliendo con la suya” con ese juguete en la mano pero con cara de malo porque ha manipulado a su madre o padre mientras una tercera persona se lo mira y piensa (a veces dice sin ninguna impunidad) “pero qué consentido está este niño”

La palabra “consentido” está sobrevalorada y mal entendida. En cuatro diccionarios me encuentro esto:

CONSENTIR

  1. Permitir a un hijo o a una persona subordinada que actúe a su gusto, sin decirles lo que tienen que hacer o castigarles en caso de sobrepasarse. Ejemplo: «si sus padres no le hubieran consentido tanto, no sería tan maleducado»
  1. Mimar a los hijos, ser muy indulgente con los niños o con los inferiores.
  1. Mimar excesivamente a alguien, o ser muy indulgente. Ejemplo:
    “consientes demasiado a tus hijos”
  1. Dejar una persona que un niño u otra persona que depende de su autoridad obre sin corregirlo ni castigarlo. Ejemplo: “a este niño le consienten todo”. Mal criar, maleducar, mimar.

¿Entendéis lo de mal entendida? Dejar que una persona actúe a su gusto no es un problema y sin decirles lo que tienen que hacer, tampoco y castigarles por sobrepasarse me parece muy poco pedagógico. Sobre todo porque lo de sobrepasarse no tiene una definición concreta, ¿hasta dónde es sobrepasarse?

Los ejemplos hablan por sí solos: los niños son el problema, los consentidos y los padres los “consentidores”, culpables de dar lo que consideran mejor para sus hijos.

Lo de mimar excesivamente a alguien tiene tela, ¿qué querrá decir con excesivamente? Además de comparar mimar y consentir con ser indulgente, que no tiene ab-so-lu-ta-men-te nada que ver. O con la insistencia de castigar o corregir, como si fuera la solución para que dejen de estar “consentidos”

Ya me molesta bastante que pongan en el mismo saco mimar y maleducar, como si fuera lo mismo, pero viendo las definiciones me hago una idea de quien puede redactar semejantes palabras desde la ignorancia más absoluta hacia el niño.

¿En qué lugar quedan las necesidades del niño? Y no hablo de un juguete, hablo de un pedido, una demanda que puede hacer un niño que no tenemos ni en cuenta si puede darnos problemas. Podemos comprar el juguete o no comprarlo, pero ¿hacernos sentir mal por hacerlo si nos da la gana? ¿hacer felices a los niños en momentos dados?

Evidentemente si cubrimos una necesidad emocional con un juguete podemos tener serios problemas en un futuro pero para mi es más peligroso el niño desconsentido, el que no se mima, el que se castiga y corrige cada vez que pide algo como si fuera un crimen PEDIR.

Mima a tu hijo, hasta que os hartéis tú y tu hijo, cómprale un juguete si lo desea, y si lo desea y tú no quieres, pues no se lo compres pero no culpes al niño por pedir lo que le gusta, enseñémosles a ser consecuentes, a frustrarse desde el acompañamiento, a aceptar los NO con cariño y ternura.

¿O acaso no te gusta a ti consentirte?

Mo Queralt

DESNATURALIZANDO LO NATURAL ¡LLAMEMOS CADA COSA POR SU NOMBRE!

DESNATURALIZANDO LO NATURAL ¡LLAMEMOS CADA COSA POR SU NOMBRE!

Hasta hace un tiempo nunca me había parado a pensar que somos las mismas personas las que creamos nuestro vocabulario. Alguien le pone nombre a algo y a base de repetirse y hacerse viral por el mundo, puede acabar apareciendo en el diccionario.

Lo que me parece más curioso es que hay palabras que utilizamos muy a menudo y no solo eso sino que son acciones diarias en las vidas de todas las personas del mundo entero pero nadie se ha preocupado de ponerlas en el diccionario.

Incluso vemos palabras tan antiguas que ya ni siquiera se utilizan y las quitan del diccionario.

Hemos llegado a tal punto que nombramos lo antinatural, le ponemos nombre a las cosas “raras” o que han estado fuera de lugar hasta hace bien poco.

Tampoco me molesta especialmente, teniendo en cuenta que nombramos estas cosas pero las normales que nos han acompañado millones de años no las tenemos en cuenta porque quedan explícitas en nuestro diccionario interno.

Lo que sí me molesta tremendamente es que esas palabras las hayamos vuelto NORMALES mientras que lo normal –al no estar en el diccionario, por ejemplo- se vuelve lo raro, inusual o no habitual.

¿No te lo crees?

Mira, te voy a poner un primer ejemplo muy básico:

Llamamos agricultura ecológica a la que no utiliza químicos tóxicos. En lugar de “agricultura con químicos tóxicos” a la nueva agricultura de hace pocos años, desde que utilizamos esos productos para modificar lo natural. Pues no, somos tan listos que le hemos puesto nombre a lo normal. ¡La agricultura ecológica no es tal, es simplemente agricultura!

Dicho esto yo tengo varias propuestas para los temas que me influyen, los de crianza. Que hace que llamando a las cosas por nombres que no son correctos nos lleve a la confusión y nos creamos que lo nombrable es lo que se debe hacer.

No olvidemos que estas definiciones son inventos modernos que existen hace tan poco tiempo comparado con el tiempo que llevamos utilizando la palabra normal, que da la risa de pensarlo…

Ahí van mis propuestas:

1. LACTANCIA PROLONGADA

Le llamamos lactancia prolongada la que se lleva a cabo cuando la criatura es “mayor” (menuda mierda de definición que no deja nada claro y hace creer a una madre que está haciendo algo mal si le da el pecho a su hija/o “mayor”). En lugar de lactancia prolongada sería más correcto llamar destete precoz o lactancia interrumpida cuando es la madre la que decide destetar antes de los 2 años y medio, ya que lo normal –según estudios antropológicos, la naturaleza humana, etc. – es de 2,5 a los 7 años. ¡Y es solo una media! Más allá de los 7 años también ha sido normal tooodaaa nuestra existencia. Si la criatura mama desde que nace hasta los 7 años aproximadamente es lactancia. Ni prolongada ni ininterrumpida. Punto.

2. COLECHO

Este en un caso curioso. La palabra colecho es una de las que os comentaba que no está en el diccionario. Ni falta que hace, pero es raro ya que es algo que hacemos desde siempre. Literalmente. Pues oye, en lugar de llamarle colecho o colechar a dormir como se ha hecho durante millones de años, llamemos descolecho o descolechar a dejar al niño o niña durmiendo solo en su habitación. ¿Sólo me pasa a mí o me suena fatal descolecho? Cómo hubiera cambiado la cosa si a los padres se les dijera “tiene que descolechar a su hija”.

3. PORTEO

Otro caso como el colecho. Hasta la existencia de los cochecitos las criaturas iban cargadas por personas adultas, especialmente la madre. Más que nada porque por tierra los cochecitos dejan mucho que desear, hasta el asfalto no habría sido fácil llevarlos. Llamamos porteo a lo que se hace hace miles de años, pues llamemos «carreteo» a llevarles en carro y lo demás es desplazarse con mamá 🙂

4. ALIMENTACIÓN AUTORREGULADA

Ahora se pone de moda (qué manía nos ha dado a modernizar lo que es más antiguo que la piedra…) dar al bebé la comida en trozos y solito. ¡Menuda novedad! Antes de las papillas y batidoras ya se hacía, ¿o creéis que en las cuevas pasaban el mamut por una trituradora?

En lugar de llamar Baby Led Weaning o alimentación autorregulada por el bebé podríamos llamarlo comer normal (no se me ocurre nada más simple) y llamemos alimentación regulada por el/la adulto/a o papilling a darle comida en la boca con cuchara a los bebés en forma de papilla o purés o triturado todo y mezclando alimentos.

5. PARTO RESPETADO

Esta manda huevos. Parto. Nada más. Y parto intervenido, irrespetuoso, interferido, influenciado, desnaturalizado…al parto hospitalario con cables, enemas, episiotomías, fórceps…se me ocurren decenas de nombres para lo que es un parto en un hospital. Que no digo que no sean necesarias algunas de estas cosas, ojo, pero que le pongan nombre a eso, no a parir en sí.

Le hemos puesto nombre a lo normal (nombramos algo para darle valor, como el colecho) que no hace falta porque de esa forma se desnaturaliza y condena lo natural y no le ponemos nombre a lo anormal o poco habitual.

Debemos empezar a utilizar todos estos términos correctamente para cambiar nuestra forma de pensar y normalizar otra vez lo normal. De este modo las madres no se sentirán mal por hacer lo que deben hacer, lo que su instinto les dice.

Está en nuestras manos como sociedad, ¿Se te ocurre alguna más?

Mo Queralt

EL/LA NIÑO/A OBEDIENTE, LA VÍCTIMA PERFECTA

EL/LA NIÑO/A OBEDIENTE, LA VÍCTIMA PERFECTA

Si siempre has creído que tener un/a hija/o obediente es de envidiar y para sentirse orgullosa/o ya te digo que estás equivocada/o por completo.

Un/a niño/a que se ha pasado la vida recibiendo órdenes no puede ser capaz ni de darlas de adulta/o coherentemente (dará órdenes sin motivo, como le han enseñado) ni será capaz de disciplinarse, esperando siempre que alguien lo haga por él/ella.

Si hacen caso al “porque lo digo yo” sin darle razones ni permitir que se cuestione los porqués, obedecerá a ciegas porque es lo que debe hacer, lo que se le ha enseñado y no sabrá distinguir entre lo que necesita, lo que le sienta bien o lo que le hace sentir mal, solo sabrá lo que debe hacer por orden de terceros.

¿Qué buscamos exactamente con que sea obediente?

Muchas familias me dicen lo mismo: “Quiero que sea obediente, pero que de adulta/o sepa liderar y no se deje engañar ni pisotear por nadie”

Pues empezamos mal promoviendo en el hogar algo que no queremos que se cumpla. Se pretende que sea un/a niño/a ejemplar en cuanto a obedecer a las/os madres/padres pero de mayor haga todo lo contrario.

De esta forma se consigue un/a niño/a y futuro adulto/a con una baja autoestima que no conocerá ni sus propias necesidades ya que el pensamiento principal siempre será “yo no sé cómo hacer las cosas y tomar la iniciativa me lleva a repercusiones, negativas y nuevas órdenes”

¿Qué se consigue al tener un/a niño/a obediente?

Una futura pareja obediente. Sin ideas ni pensamientos propios, con grandes carencias emocionales que cree que deben cubrir por él/ella. Difícilmente estará bien en pareja o se sentirá como un igual. Con un gran sentimiento de inferioridad, creyendo que no es merecedor de esa persona.

Un/a adolescente desorientado/a. Con gran dificultad para la toma de decisiones, con inmensas dudas para elegir un camino u otro, para saber qué es lo que le conviene y evidentemente, carne de cañón para adolescentes que tengan dotes de liderazgo insano que conseguirá con esa criatura todo lo que se proponga. Ya te digo que nada bueno…

Un/a trabajador/a al servicio de otras/os. Al ser obligada/o y enseñada/o a obedecer, no creerá que pueda liderar. Seguirá las órdenes de sus superiores y esperará sus aprobaciones continuas.

Un/a adulto/a complaciente. Que no tendrá en cuenta sus propias necesidades ni sabrá satisfacer la de los demás.

Puedes sentirte orgullosa/o como madre/padre de que el/la niño/a haga caso a todo y a todas/os, pero ¿te has preguntado qué pasaría si cae en manos de un pedófilo, una pareja dominante, un jefe cabrón o un/a superior que quiera abusar de él o ella físicamente?

Al aprender a obedecer sin rechistar, no se preguntará si está mal o bien lo que ocurra, solo que debe obedecer porque alguien superior a él o a ella lo ha mandado, ya que la obediencia es arma de doble filo.

“Todo ser humano presenta una resistencia innata a la obediencia, la disciplina anula esa resistencia y, mediante la constante repetición, hace de la obediencia algo natural e inconsciente”

George Patton

Formas de obediencia sin que sean obediencia:

¿Cómo conseguir que cumplan con las normas del hogar o las órdenes que se consideran buenas para ellas/os? Con propuestas, preguntas de reflexión, dar a elegir diferentes opciones, dejando tiempo para pensar, haciendo preguntas que tengan una respuesta lógica…

Te pongo algunos ejemplos que podrás aplicar solo cambiando algunas palabras de las frases:

Recoge ahora mismo tus juguetes

¿Te parece si recogemos esto para poder irnos de paseo?

Le propones la opción que quieres y le cuentas lo que ocurrirá si lo hace, lugar de “¡recoge tus juguetes ya! ¡O no sales de paseo!”

Ponte los zapatos ahora mismo

¿Y si nos calzamos para no pincharnos en los pies? 

Le dices lo que quieres de él y le explicas en la misma frase el porqué lo pides. Explicas el peligro que conlleva no cumplir esa petición.

Cómete el plátano

¿Qué prefieres, plátano, naranja o pera? 

Consigues que coma fruta, ofreces opciones para darle poder para tomar una decisión importante.

Te he dicho mil veces que no juegues con ese cuchillo

¿Qué pasaría si te dejo jugar con este cuchillo? 

Pregunta con reflexión para que piense la consecuencia del acto que quiere hacer y se dé cuenta ella/él misma/o de que lo que quiere hacer no es seguro.

Con estos ejemplos consigues que potencien y trabajen su capacidad de decisión, aprendiendo a distinguir lo que quiere y necesita.

¿Y qué pasa si aun así no “obedece” a lo que le pides?

Yo me preguntaría cuán importante es que obedezcan a esa petición, ¿Cuántas veces se les pide cosas solo por el mero placer de dar órdenes para que sepan que los/as adultas/os somos los que mandamos? Pues muchas más de las que te piensas.

Puedes incluso hacer una lista y preguntarte cual de esas órdenes o peticiones son peligrosas (tanto a nivel físico como psicológico) y si no las cumplen, ¿qué ocurriría?

Haz una lista y deja las peticiones que realmente supongan un peligro incumplirlas. Entonces ocurre lo inesperado: esas peticiones, explicadas y dando los motivos correspondientes, las/os niñas/os las cumplen. Las órdenes coherentes las cumplen.

Entonces consigues que sean conscientes de los peligros físicos, los riesgos del mundo exterior y sepan discriminar.

Permitiendo tomar decisiones, cada vez más importantes, dar responsabilidades e intentar ver a nuestro/a hijo/a rebelde y contestón/na como un/a futuro líder al que guiar, no al que reprimir.

Darles una razón para lo que se les pide, que es lo que queremos o esperamos de ellas/os, después ya gestionas las rabietas y frustraciones que puedan tener de una forma igual de respetuosa. Más abajo te dejo un artículo al respecto por si te interesa saber más.

Por todo esto es por lo que siento una tremenda tristeza cuando veo a esas/os niñas/os pequeñas/os que obedecen a la primera, que agachan la cabeza cuando sus madres/padres o un/a adulto/a les manda algo banal, con la excusa de enseñar a obedecer sin rechistar.

El/la niño/a que es obediente por obligación, no por convicción, corre el riesgo de ser un/a futuro/a humano/a incompetente y sumiso/a.

En lugar de enseñar a obedecer, enseña a dudar, a indagar, a ser curiosas/os y escépticas/os. Que pregunten, que no se conformen con lo primero que oyen y que cuestionen cada orden, que exijan respetuosamente una explicación, motivo o razón para seguir esas órdenes.

Si tu hijo/a ya lo hace, si te pregunta continuamente porqué a todo lo que le pides y se niega muchas veces a obedecer, enhorabuena, tienes un/a hijo/a normal que crecerá bajo la creatividad y no permitirá, a no ser que le den buenas razones, que le tomen el pelo.

Las diez claves imprescindibles para gestionar un colapso emocional (rabieta)

Mo Queralt

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