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LAS NAVIDADES CON PADRES SEPARADOS, ¿QUÉ HAY QUE SABER?

LAS NAVIDADES CON PADRES SEPARADOS, ¿QUÉ HAY QUE SABER?

Cuando una pareja se separa nunca es fácil para nadie, especialmente para los niños que, según a la edad que lo vivan, puede afectar de un modo u otro. Una de las consultas más habituales suele ser cómo gestionar el tiempo con los hijos si se está separado o divorciado.

Los primeros años suelen ser muy duros para toda la familia, especialmente por la bomba emocional que supone para los padres y la visión de los niños de que su familia se desmorona. Si para los padres puede ser un infierno podemos imaginar que supondrá para un niño que ya pueda entender que pasa algo en su familia que finaliza con la separación de las dos personas que más quiere en el mundo.

Las separaciones están al día, cada vez se separa más gente y no vamos a entrar en detalle de los porqués, pero debemos reconocer que entonces, se añade a nuestra sociedad un conflicto con el que lidiar y que muchos niños arrastrarán traumas de la infancia por ese motivo.

Si además añadimos que para según qué fechas, que deberían suponer alegría, felicidad e ilusión, tenemos que gestionar ese tiempo tan preciado con nuestros hijos que para ellos puede significar un verdadero calvario.

Evidentemente dependiendo en qué edad ocurra, el niño podrá superar mejor o peor la situación que le acompañará de por vida, sea buena o mala. Por ejemplo un niño de tres años que viva una separación suele tener regresiones (volver a querer pañal…), está más irritable, tiene  miedo al abandono y puede rechazar a sus propios padres por sentir que son culpables.

Lo importante después de decir todo esto es que la manera en que los padres manejen su separación determinará la facilidad o dificultad de los niños para afrontar y superar estas fechas.

Las situaciones más habituales que nos encontramos con los padres separados y que los niños sienten como una amenaza, ya que al haber una implicación emocional es casi imposible esconder todos esos sentimientos hacia tu ex-pareja, son:

  • Evitar hablar y verse con la ex-pareja. Esto implica falta de comunicación, malos entendidos, incoherencias a la hora de tomar decisiones o de educar a los niños. La incertidumbre, confusión y angustia de no saber qué pasará o con quién pasará crece en los niños.

Solución: Nada fácil, sobretodo cuando la pareja hace poco que está separada…Pero intentar aparcar los sentimientos y emociones de rabia, odio y desprecio debe ser un trabajo primordial

  • Involucrar a los niños de alguna forma. Utilizar a los niños para que hagan de mensajeros de información de un padre a otro para que transmitan temas relacionados con el divorcio o aún peor, con temas personales. Los niños no pueden, no deben ni saben posicionarse entre los dos padres y esto les provocará angustia y ansiedad que pueden acompañarles durante años en la relación con sus progenitores.

Solución: Fácil. Los temas de los adultos se hablan entre adultos y en cuestión de emociones, desacuerdos u opiniones sobre otras cosas no se les debe delegar a los niños como transmisores, ni es su cometido ni su misión

  • Utilizar a los niños como válvula de escape emocional o como apoyo. Tendemos a descargar en los niños nuestras más oscuras emociones, tanto como los sentimientos de amor más puros. El problema es que los niños no gestionan bien los primeros…Les hablamos de nuestra decepción hacia la otra pareja, les manifestamos nuestra tristeza e incluso llegamos a tratar a los niños como un amigo cercano al que le contamos nuestras penas sobre el tema. Vuele a ser motivo de angustia, confusión y tristeza para los niños, que no entienden la situación.

Solución: Podemos llorar delante de nuestros hijos, es más, debemos hacerlo y demostrar que somos humanos y que sentimos, sea alegría o tristeza para que vea que es normal. Pero nunca les diremos que es porque el otro padre haya hecho esto o aquello o te haya tratado de una forma u otra.

Buscar ayuda de un mediador o terapeuta familiar para que ayude en la resolución de este conflicto puede ser necesario si los padres se ven incapaces de gestionarlo solos.

También puede complicarse en estas fechas la situación personal de cada uno de la pareja, ya que, al separarse, cada uno suele tomar caminos un poco diferentes de cómo seguiría haciéndose en familia:

  • Uno de los padres ya no está en casa. Los niños deben resignarse a dejar de ver conviviendo en familia a uno de los integrantes de la misma y desearía estar con los dos a la vez. Una buena opción sería intentar quedar todos algún día para comer, merendar o cenar fuera y encontrarse en un lugar neutro para ambos padres.
  • Ningún padre vive en la casa. Parece una barbaridad pero hay padres que se desentienden de los niños y delegan su cuidado a terceras personas de confianza, como los abuelos, tíos, etc. bien porque no les interesa o porque piensan que debería hacerlo su ex-pareja. Incluso muchos de ellos aprovechan y se van de vacaciones sin sus hijos.
  • La pareja de la ex-pareja. Muchas veces, sobretodo al principio y si el niño es suficientemente consciente de lo que pasa, los hijos pueden sentir desprotección e inseguridad al ver a su padre o madre con otra persona, que además podría resultar que tiene otros hijos. Los niños, a no ser que sean muy pequeños, pueden tener dificultades para diferenciarse en dos familias.
  • Muchas parejas. Cuando uno (o los dos) de la pareja tiene diferentes relaciones poco tiempo o va cambiando de pareja, el niño puede vivirlo como una amenaza hacia su integridad familiar y llegan a sentir odio o rabia por esa nueva persona que parece querer sustituir a su otro padre o madre que ya no está.

ENTONCES, ¿QUÉ PODEMOS HACER?

Tomar medidas preventivas para favorecer el ambiente familiar o para desmontarlo lo menos posible, te muestro 14 acciones que podéis poner en práctica:

1. Evitar las discusiones delante de los niños. Yéndonos a otra habitación o invitando al niño a irse a otra.

2. No crearle expectativas sobre reconciliaciones con la pareja si sabemos que puede ser que no sea así, y aunque exista la posibilidad siempre será mejor hablarlo todos en familia para dar esta noticia.

3. Hablar de los temas y concretar antes de comunicarles a los niños las resoluciones o acuerdos para que los dos padres digan y expresen lo mismos.

4. Nunca hables mal ni utilices malas palabras o insultos para referirte a la ex-pareja. Los niños se sienten mal por ver que las dos personas que más quiere se destruyen mutuamente y puede sentirse responsable y culpable.

5. Responder a las dudas del niño o a los temores que presente o exprese, siempre con respeto y entendimiento hacia lo que pueda sentir aunque no creamos que tiene importancia.

6. Respetar los acuerdos o horarios que se le comenten al niño para no confundirle y darle seguridad.

7. Explicarles con un calendario, dibujos, planificación con colores, etc. cómo y con quién van a pasar todos los días festivos. Siendo sinceros, honestos y no elaborar mentiras o engaños para hacerlos felices cuando lo que va a pasar va a ser otra cosa con cuentos tranquilizadores o pensando que no lo iban a entender por su corta edad.

8. Permitir que los niños se expresen, lloren, se enfaden y puedan exteriorizar sus emociones. Les dará seguridad para hablar a ambos cónyuges.

9. Tener acuerdos equitativos, planificados con el niño si tiene edad para hacerlo, de modo que pueda estar con los dos padres si lo desea.

10. Los niños nunca solos en estas fechas. Para las fechas señaladas, como Navidad, cumpleaños, etc. deben seguir acompañados y contenidos con amor, cariño y contacto visual y físico, tengan la edad que tengan. Que uno de los padres siempre esté con él durante ciertas horas.

11. Hacer el esfuerzo de compartir con ellos cosas especiales. Con el padre o madre o con el resto de familia como primos, tíos, amigos, etc. para evadirlo de la situación y que se sienta acompañado y querido. Es difícil sentirse bien cuando se está pasando una separación, pero en la medida de lo posible, relajarnos y disfrutar de nuestros hijos.

12. Las parejas de las ex-parejas. Como comentaba antes, puede ser una dificultad añadida. Por eso es vital no dejar de recordarles a los niños que son únicos, que se les quiere incondicionalmente y que nunca nadie será como ellos. No podemos esperar resultados los primeros días, estos cambios son progresivos.

13. Minimizar los cambios. Intentar pasar las Navidades donde siempre (por lo menos el niño), ir a los mismos lugares, con las mismas personas, seguir las tradiciones y lo que se hacía antes de la separación, para que el impacto sea menor.

14. No competir con regalos. Intentar un consenso y no ver la separación como una lucha de poderes. Los niños os amarán igual, tengan más o menos regalos por parte de los dos. Los mejores regalos son tiempo con vosotros.

 

 

Mo Queralt

¿POR QUÉ MIENTEN LOS NIÑOS Y CÓMO PODEMOS EVITARLO?

¿POR QUÉ MIENTEN LOS NIÑOS Y CÓMO PODEMOS EVITARLO?

Las mentiras de los niños no dejan indiferente. Parece no importar la edad en la que mienten, una mentira es una mentira y no se pueden permitir. Pues voy a desmentir precisamente esta creencia!

Cuando un niño se siente frustrado, está enfadado o quiere llamar la atención, puede mentir. Todos lo hacen y todos lo hemos hecho en algún momento de nuestras vidas, para evitar represalias del jefe o de la pareja, para conseguir lo que queremos o para sentirse bien con uno mismo. Los niños no son muy diferentes a la hora de mentir, con algunas diferencias importantes.

¿Por qué mienten los niños?

Los niños mientes de dos formas, intencionadamente, sabiendo que mienten, y con las mentiras llamadas NATURALES. Las mentiras naturales viene de la fantasía y la espontaneidad del niño y suceden en edad inferior a los 5 años, no nos deben preocupar en absoluto ni debemos condenarlas. Os aseguro que son muy importantes para su desarrollo mental, ya que trabajan las realidades alternativas o crean fantasías para acabar creyendo de adultos en su propia realidad y la del resto de personas de su entorno.

Cuando el niño vaya creciendo y pasando de los 5 años ya tiene menos imaginación que antes y deja de recurrir a las mentiras naturales como proceso normal de su edad.

Vamos a ver las mentiras intencionadas, en las que saben que mienten y con un propósito, debemos saber que mienten:

  • Por imitación. Ésta es la principal razón por la que mienten: imitando a los demás. Normalmente imitando a sus padres que son los referentes más directos, después por los maestros, los amigos, etc. Realmente es por la admiración que sienten por ellos e intenta copiar su comportamiento, muchas veces sin saber que eso no está bien o con el pretexto de que «tu también lo haces , mama!» entonces no puede estar mal, ¿verdad?.En estos casos no podemos condenar la mentira ya que no hay ningún beneficio en ello, por poner un ejemplo, pueden oír frases del tipo «Dile que no estoy». No nos sintamos culpables, pero seamos conscientes de que nuestra conducta en torno a las mentiras incitan al niño a actuar de una forma que creen modélica por venir de los adultos.
  • Por miedo. La mente de los niños es fabulosa, los adultos tenemos que hacer un gran esfuerzo para lo que los niños hacen de una forma sencilla y fácil. Si el niño siente miedo o terror, digamos, irracional, hacia algún acontecimiento, pueden mentir para crear una realidad paralela para no tener miedo. ¿Nos lo aplicamos?
  • Por necesidad de aparentar o sentirse/creerse mejor. Las mentiras sobre nuestro físico, cualidades o carencias, les sirven para ser aceptados por los demás; querer ser valorado o envidiado puede provocar las mentiras, con ejemplos tan simples como: profesión de los padres, dónde viven, dónde viajan, los animales que tienen…
  • Para librarse de un castigo. Mentira que puede perfectamente evitarse si no castigamos. Determinará cierto comportamiento el hecho de mentir en beneficio, nada malo si lo utilizan como recurso para evitarse una reprimenda física o castigo que creerán superior al «crimen» cometido. Por ejemplo: «si digo que me lo he comido todo, me darán lo que quiero», «Si digo en el cole que no he podido hacer los deberes porque mis padres no estaban en casa, me evito un castigo»… Si el niño consigue beneficios mintiendo, lo utilizará sin mesura ni control, llegando a ser parte de su personalidad. Es la mentira que menos debemos alimentar, eliminando todo castigo y buscando alternativas a éstos. Aquí te dejo un artículo sobre el tema que seguro te ayuda: Enseñando con el premio castigo 
  • Por necesidad de cambios. Cuando el niño tenga problemas en el colegio, a la hora de hacer amigos, conflictos en el hogar…recurrirá a la mentira para cambiar aspectos de su vida. 

¿Qué debemos hacer? 

Fácil. Encontrar el motivo que le hace mentir, la causa por la cual necesita hacerlo, ya que si lo dejamos pasar puede originarse un trastorno emocional que afecte a su desarrollo. No les culpemos, ni recriminemos su actuación, eduquemos, sentémonos a su lado a explicarle las posibles consecuencias, con lo que se pueden encontrar, lo que pueden perder (la confianza de los demás, el respeto…). Además, cómo hemos explicado, dependiendo de la edad, la mentira gana o pierde importancia, veamos:

La mentira según la edad

  • En niños menores de 3 años. Como los niños de esta edad no saben diferenciar entre la realidad y la fantasía, la mentira y la verdad al fin y al cabo, no podemos considerar que están mintiendo, solo ven «su verdad», y se irá basando en sus experiencias y vivencias durante su desarrollo.
  • En niños de 3 a 5 años. A esta edad empiezan a mentir pero, ojo, inconscientemente, no con intención de engañar ni obtener un beneficio propio, todavía no diferencian entre la realidad de mentir y decir la verdad. Además no entienden el sarcasmo y la ironía, conceptos que denotan «mentiras» a ojos de los niños. A esta edad también empiezan a ver como la mentira funciona y la utilizarán de «válvula de escape» si se ven presionados por los adultos. También siguen imitando las mentiras de los más cercanos.
  • En niños a partir de los 5-7 años. Ahora ya encuentran un significado a la mentira y conocen la diferencia entre decir la verdad y mentir, ya para obtener un  beneficio o le ayude a evitar un conflicto. Sobretodo las causas más frecuentes para mentir son:

– La presión de los adultos, sobretodo de los padres, profesores…que desean una conducta determinada del niño, que puede estar sometido a demandas muy por encima de su naturaleza y su etapa de desarrollo o evolución cognitiva.

– Por la imitación de los más cercanos, sigue siendo un motivo importante.

– Por tener baja autoestima. Ya sabemos lo vital que es que el niño se sienta querido y se quiera para no tener la necesidad de mentir.

– Para conseguir un beneficio. Normal y necesario si observa que la verdad no soluciona sus problemas.

– Por falta de cariño. Los niños mienten para conseguir atención, si tristemente no la consiguen diciendo la verdad.

– Para recibir atención en un momento dado. Pedir ayuda sin que haya peligro, exagerar… 

¿Cómo intervenimos ante la mentira?

No hay fórmulas mágicas para conseguir que los niños no mientan, pero sí formas que pueden empeorar la situación, o pautas con las que podemos evitar más problemas, veamos:

  • Dar ejemplo. Ahí va la más importante. Si tu no mientes, difícilmente mentirá tu hijo, por mucho que vea mentira fuera, en casa todo se consolida, no lo dudes! Sé un modelo de referencia.
  • Enseñar las consecuencias de las mentiras. Con cariño, respeto, escucha y entendimiento; explicar qué ocurre a su alrededor cuando se miente, sin culpabilizar en ningún momento. Responsabilízale, no le hagas sentir culpable, la culpabilidad no enseña absolutamente a nada y conseguirá que mienta la próxima vez para evitarla.
  • Refuerza la autoestima y la autoconfianza. Si miente para buscar aprobación de la familia o amigos, refuerza su identidad, hazle sentir valioso e imprescindible en el núcleo familiar. Y sobretodo, díselo.
  • No castigues. El castigo implica más y más mentiras. Si no castigas y en lugar de eso educas, el niño no tendrá motivos para mentir para evitar ser castigado. Así de simple. Además reflexiona sobre una cosa: la idea de mentir para evitar el castigo es mayor que la de entender la buena conducta de decir la verdad.
  • No te rías ni te burles. Sus mentiras tienen un propósito benévolo, no son dichas con maldad o para herir y hacer daño. Además si nos reímos de las mentiras inocentemente el niño puede ver que es algo gracioso y lo utilice para gustar a los adultos sin darse cuenta de que no es correcto mentir.

En definitiva, las mentiras no deberían ser un problema si las tratamos como parte del proceso evolutivo del niño y las gestionamos con cariño cuando aparezcan, de no ser así, si castigamos, humillamos y amenazamos conseguiremos mentiras cada vez más elaboradas que llevarán al niño a ser un adulto hipócrita y embustero.

Mo Queralt

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