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La mayoría de consultas privadas que tengo son de familias que desean cambiar el comportamiento o conductas de sus hijas/os, conductas inapropiadas, indeseadas o incorrectas, que entenderemos como las propias de las/os niñas/os pequeñas/os (y no tan pequeñas/os).

Una conducta o comportamiento disruptivo se entiende que son dañinos para las/os mismas/os niñas/os o sus cuidadores, como saltar encima del sofá, morder, pegar, arañar, tirar cosas, romper juguetes, gritar sin «motivo aparente», esconder cosas o robar, agredirse….y un sinfín de situaciones que tienen en vilo y preocupación a millones de familias de todo el mundo porque creen que sus hijas/os de adultas/os serán incontrolables y posiblemente malas personas.

Para empezar debemos entender que estas conductas son normales, que las tienen la mayoría de niñas/os en un momento u otro de su infancia y que si se tratan con cariño y entendimiento acaban por desaparecer sin dejar rastro.

Por otra parte si se le da cierta importancia, se castigan estas conductas y se censuran los motivos, serán comportamientos difíciles de tratar y que acompañarán al/la niño/a en su adultez, donde ya no podrá ni sabrá controlar ni gestionar correctamente y sin dañar a las/os demás y a él/ella mismo/a.

¿Qué puedes hacer con estas conductas?

Pues muchas cosas, empezando por cambiar tu propia conducta. Muchas de las conductas que tienen las/os niñas/os son reflejos de las conductas de las/os madres/padres y una conducta siempre quiere decirnos algo. Siempre.

Una “mala” conducta es una llamada de socorro. Un grito de ayuda. Un “yo no sé gestionar mis emociones, sentimientos ni tengo control sobre ellos”.

Os parecerá una tontería pero un/a niño/a feliz no se porta mal. Así que debes procurar que las/os niñas/os sean felices. Y no hablo de consentimiento sin control, hablo de la necesidad de abrazos, de cariño, de dormir contigo cuando se escapa de su cama porque ha tenido una pesadilla, de hablarle a su nivel, de jugar con él/ella y mirarle a la cara…

Un/a niño/a feliz no tiene la necesidad de llamar la atención, que no es más que pedir una prueba de amor.

Sabiendo esto veamos que más necesitas para cambiar una conducta inapropiada y la primera que pondré te va a sorprender mucho:

1. La conducta no se cambia. ¿Te lo esperabas? La conducta viene por algo, hay una razón por la cual necesita expresarla el/la niño/a así que se busca qué la provoca para trabajarlo, el orígen.

El mayor problema que tienen las/los madres/padres es que creen que es la conducta la que se tiene que cambiar pero eso no funciona jamás.

2. Entender la conducta. Observa a tu hijo/a y pregúntate que crees que puede llevar a expresar esa conducta, por ejemplo: tal vez ha venido a enseñarte un dibujo que ha hecho y como estabas pendiente del fuego en la cocina no le has podido dedicar más que una mirada sutil acompañada de un “uy si, qué bonito hijo” y un rato después está pintando las paredes del comedor ¡y no sabes porqué! (o si…)

3. Valorar la gravedad de la conducta. Pregúntate si es tan grave la conducta que merezca gritos, amenazas, castigos, etc. ¿Crees de veras que dejará de hacer eso que nada te gusta utilizando esas “estrategias”? Puede que a corto plazo, pero eso no educa en absoluto y la conducta se repetirá si o si muy pronto.

4. Buscar la raíz de la conducta. Como en el punto 2, piensa que ha podido pasar en el colegio, en casa de la abuela, en el parque o en vuestra casa mismo para que necesite expresarse así, con esa conducta indeseable. Indaga y descubre qué necesitaba que no se ha podido trabajar en su momento y entonces:

5. Habla de ello y trabájalo. Preocúpate por cómo se siente, que piensa, qué necesita para ser feliz, si descansa bien, si se siente acogido y querido en el colegio, si en casa de otro familiar se le respeta, si en vuestra casa está contenido y atendido. Entonces ocurre el milagro: la conducta desaparece.

6. Observar como la conducta cambia. ¿Sabe tu hijo/a lo que se espera de él/ella? ¿Tiene responsabilidades en casa (si, si, un/a niño/a de 2 años puede ayudar a poner la mesa)? ¿Se le felicita por sus logros y se le contiene con cariño ante sus fracasos? Las conductas cambiarán solas, sin hacer nada más que ESTAR.

Hay conductas que ni siquiera hace falta cambiar, porque son evolutivas y acabarán pasando en poco tiempo. La paciencia también es importante en la crianza, ¿verdad? Todos sabemos que como padres, necesitamos kilos de paciencia.

Poténciala para poder gestionar las conductas de tus hijos/as con un único objetivo, que no es otro que convertirles/as en buenas personas y eso no puede pasar si no lo somos con ellas/os a su vez.

Mo Queralt

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