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«Existe un temor. El temor es que si el niño permanece desde el principio sin condicionar, será tan inteligente, estará tan despierto, será tan consciente, que su manera de vida será la de un rebelde.

Y nadie quiere rebeldes; todo el mundo quiere gente OBEDIENTE…cada niño nace con unas posibilidades y un potencial tan grandes que si se le permite y se le ayuda a desarrollar su individualidad sin ningún obstáculo por parte de los demás, tendremos un mundo hermoso, tendremos una enorme variedad de GENIOS.

Los genios aparecen en muy raras ocasiones, no porque no nazcan a menudo, no; los genios aparecen en raras ocasiones porque es muy difícil escapar al proceso de condicionamiento de la sociedad. Solo de vez en cuando consigue un niño escapar de sus garras»

Extracto de “El libro del niño. Una visión revolucionaria de la educación infantil” de OSHO

He llegado a la conclusión de que efectivamente existe un temor.

Si, una conspiración que quiere evitar que el niño sea un adulto capaz de llevar su propia vida, que no se deje influenciar por los demás que no se deje manipular por su pareja o sus propios hijos.

La inteligencia esta mal vista.

Y no hablo de ser listo, no, muchas personas son listas, ser listo no es lo mismo que ser inteligente. Una persona con carrera de abogado puede ser muy listo pero un mal abogado.

Ser inteligente es ser adaptable a los cambios, no ir a contra corriente con el mundo si no dejarse llevar por la vida y maravillarse y respetar a todos los seres de este mundo desde la más pequeña criatura.

Ser compasivo, decir lo que se piensa sin querer ofender, hacer lo que se desea sin dañar a los demás (vive y deja vivir) son cualidades difíciles de ver actualmente.

¿No somos capaces de relacionar la educación y crianza que reciben nuestros hijos con la inteligencia?

¿Seguimos creyendo que ser rebelde es estar en contra de los demás?

¿Pensamos que la escuela, estudiar y tener conocimientos nos hace más inteligentes?

Creo que estamos equivocados, que educamos según unas normas que nos dicta la sociedad sin cuestionarnos si podrá afectar a nuestros hijos en un futuro para bien o para mal.

Criamos como nos dicen que criemos y nuestros hijos harán exactamente lo mismo con sus hijos.

Eso quiere la sociedad, una sociedad enferma que premia al que pisotea a los demás y que lapida a los niños que sobresalen con su creatividad, imaginación y entusiasmo.

Ha llegado la hora de hacernos esta pregunta, de reflexionar sobre si estamos dejando un legado para mejorar el mundo o para empeorarlo.

¿La educación que le das a tu hijo le acerca más a la inteligencia o a la obediencia?

Mónica Queralt

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