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Cuando una pareja se separa nunca es fácil para nadie, especialmente para los niños que, según a la edad que lo vivan, puede afectar de un modo u otro. Una de las consultas más habituales suele ser cómo gestionar el tiempo con los hijos si se está separado o divorciado.

Los primeros años suelen ser muy duros para toda la familia, especialmente por la bomba emocional que supone para los padres y la visión de los niños de que su familia se desmorona. Si para los padres puede ser un infierno podemos imaginar que supondrá para un niño que ya pueda entender que pasa algo en su familia que finaliza con la separación de las dos personas que más quiere en el mundo.

Las separaciones están al día, cada vez se separa más gente y no vamos a entrar en detalle de los porqués, pero debemos reconocer que entonces, se añade a nuestra sociedad un conflicto con el que lidiar y que muchos niños arrastrarán traumas de la infancia por ese motivo.

Si además añadimos que para según qué fechas, que deberían suponer alegría, felicidad e ilusión, tenemos que gestionar ese tiempo tan preciado con nuestros hijos que para ellos puede significar un verdadero calvario.

Evidentemente dependiendo en qué edad ocurra, el niño podrá superar mejor o peor la situación que le acompañará de por vida, sea buena o mala. Por ejemplo un niño de tres años que viva una separación suele tener regresiones (volver a querer pañal…), está más irritable, tiene  miedo al abandono y puede rechazar a sus propios padres por sentir que son culpables.

Lo importante después de decir todo esto es que la manera en que los padres manejen su separación determinará la facilidad o dificultad de los niños para afrontar y superar estas fechas.

Las situaciones más habituales que nos encontramos con los padres separados y que los niños sienten como una amenaza, ya que al haber una implicación emocional es casi imposible esconder todos esos sentimientos hacia tu ex-pareja, son:

  • Evitar hablar y verse con la ex-pareja. Esto implica falta de comunicación, malos entendidos, incoherencias a la hora de tomar decisiones o de educar a los niños. La incertidumbre, confusión y angustia de no saber qué pasará o con quién pasará crece en los niños.

Solución: Nada fácil, sobretodo cuando la pareja hace poco que está separada…Pero intentar aparcar los sentimientos y emociones de rabia, odio y desprecio debe ser un trabajo primordial

  • Involucrar a los niños de alguna forma. Utilizar a los niños para que hagan de mensajeros de información de un padre a otro para que transmitan temas relacionados con el divorcio o aún peor, con temas personales. Los niños no pueden, no deben ni saben posicionarse entre los dos padres y esto les provocará angustia y ansiedad que pueden acompañarles durante años en la relación con sus progenitores.

Solución: Fácil. Los temas de los adultos se hablan entre adultos y en cuestión de emociones, desacuerdos u opiniones sobre otras cosas no se les debe delegar a los niños como transmisores, ni es su cometido ni su misión

  • Utilizar a los niños como válvula de escape emocional o como apoyo. Tendemos a descargar en los niños nuestras más oscuras emociones, tanto como los sentimientos de amor más puros. El problema es que los niños no gestionan bien los primeros…Les hablamos de nuestra decepción hacia la otra pareja, les manifestamos nuestra tristeza e incluso llegamos a tratar a los niños como un amigo cercano al que le contamos nuestras penas sobre el tema. Vuele a ser motivo de angustia, confusión y tristeza para los niños, que no entienden la situación.

Solución: Podemos llorar delante de nuestros hijos, es más, debemos hacerlo y demostrar que somos humanos y que sentimos, sea alegría o tristeza para que vea que es normal. Pero nunca les diremos que es porque el otro padre haya hecho esto o aquello o te haya tratado de una forma u otra.

Buscar ayuda de un mediador o terapeuta familiar para que ayude en la resolución de este conflicto puede ser necesario si los padres se ven incapaces de gestionarlo solos.

También puede complicarse en estas fechas la situación personal de cada uno de la pareja, ya que, al separarse, cada uno suele tomar caminos un poco diferentes de cómo seguiría haciéndose en familia:

  • Uno de los padres ya no está en casa. Los niños deben resignarse a dejar de ver conviviendo en familia a uno de los integrantes de la misma y desearía estar con los dos a la vez. Una buena opción sería intentar quedar todos algún día para comer, merendar o cenar fuera y encontrarse en un lugar neutro para ambos padres.
  • Ningún padre vive en la casa. Parece una barbaridad pero hay padres que se desentienden de los niños y delegan su cuidado a terceras personas de confianza, como los abuelos, tíos, etc. bien porque no les interesa o porque piensan que debería hacerlo su ex-pareja. Incluso muchos de ellos aprovechan y se van de vacaciones sin sus hijos.
  • La pareja de la ex-pareja. Muchas veces, sobretodo al principio y si el niño es suficientemente consciente de lo que pasa, los hijos pueden sentir desprotección e inseguridad al ver a su padre o madre con otra persona, que además podría resultar que tiene otros hijos. Los niños, a no ser que sean muy pequeños, pueden tener dificultades para diferenciarse en dos familias.
  • Muchas parejas. Cuando uno (o los dos) de la pareja tiene diferentes relaciones poco tiempo o va cambiando de pareja, el niño puede vivirlo como una amenaza hacia su integridad familiar y llegan a sentir odio o rabia por esa nueva persona que parece querer sustituir a su otro padre o madre que ya no está.

ENTONCES, ¿QUÉ PODEMOS HACER?

Tomar medidas preventivas para favorecer el ambiente familiar o para desmontarlo lo menos posible, te muestro 14 acciones que podéis poner en práctica:

1. Evitar las discusiones delante de los niños. Yéndonos a otra habitación o invitando al niño a irse a otra.

2. No crearle expectativas sobre reconciliaciones con la pareja si sabemos que puede ser que no sea así, y aunque exista la posibilidad siempre será mejor hablarlo todos en familia para dar esta noticia.

3. Hablar de los temas y concretar antes de comunicarles a los niños las resoluciones o acuerdos para que los dos padres digan y expresen lo mismos.

4. Nunca hables mal ni utilices malas palabras o insultos para referirte a la ex-pareja. Los niños se sienten mal por ver que las dos personas que más quiere se destruyen mutuamente y puede sentirse responsable y culpable.

5. Responder a las dudas del niño o a los temores que presente o exprese, siempre con respeto y entendimiento hacia lo que pueda sentir aunque no creamos que tiene importancia.

6. Respetar los acuerdos o horarios que se le comenten al niño para no confundirle y darle seguridad.

7. Explicarles con un calendario, dibujos, planificación con colores, etc. cómo y con quién van a pasar todos los días festivos. Siendo sinceros, honestos y no elaborar mentiras o engaños para hacerlos felices cuando lo que va a pasar va a ser otra cosa con cuentos tranquilizadores o pensando que no lo iban a entender por su corta edad.

8. Permitir que los niños se expresen, lloren, se enfaden y puedan exteriorizar sus emociones. Les dará seguridad para hablar a ambos cónyuges.

9. Tener acuerdos equitativos, planificados con el niño si tiene edad para hacerlo, de modo que pueda estar con los dos padres si lo desea.

10. Los niños nunca solos en estas fechas. Para las fechas señaladas, como Navidad, cumpleaños, etc. deben seguir acompañados y contenidos con amor, cariño y contacto visual y físico, tengan la edad que tengan. Que uno de los padres siempre esté con él durante ciertas horas.

11. Hacer el esfuerzo de compartir con ellos cosas especiales. Con el padre o madre o con el resto de familia como primos, tíos, amigos, etc. para evadirlo de la situación y que se sienta acompañado y querido. Es difícil sentirse bien cuando se está pasando una separación, pero en la medida de lo posible, relajarnos y disfrutar de nuestros hijos.

12. Las parejas de las ex-parejas. Como comentaba antes, puede ser una dificultad añadida. Por eso es vital no dejar de recordarles a los niños que son únicos, que se les quiere incondicionalmente y que nunca nadie será como ellos. No podemos esperar resultados los primeros días, estos cambios son progresivos.

13. Minimizar los cambios. Intentar pasar las Navidades donde siempre (por lo menos el niño), ir a los mismos lugares, con las mismas personas, seguir las tradiciones y lo que se hacía antes de la separación, para que el impacto sea menor.

14. No competir con regalos. Intentar un consenso y no ver la separación como una lucha de poderes. Los niños os amarán igual, tengan más o menos regalos por parte de los dos. Los mejores regalos son tiempo con vosotros.

 

 

Mo Queralt

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