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El lloro es la única forma de comunicarse que tiene un bebé. Aun así podemos prevenir su lloro o evitar que llore excesivamente, atiendiendo lo más rápido posible la llamada de atención y anticipándonos. Para empezar los bebés lloran por varios motivos:

Por hambre o sed

El bebé demanda leche mediante varios signos, como meterse las manos en la boca, sacar la lengua, ladear la cabeza de un lado a otro…y cuando esas señales nos pasan por alto, el bebé recurre al llanto, ya que no puede decirnos “Oye! QUE TENGO HAMBRE HACE RATO!”. Si observamos estas señales podemos anticiparnos y conseguir que el bebé coma más relajado y tranquilo. En este caso, evitamos el lloro dando de comer un poco antes de que se desencadene. Por lo tanto que lloren por hambre es innecesario.

Por sueño

Cuando el bebé tiene sueño y no puede dormirse por sí solo, llora. No tiene más forma de hacérnoslo saber. Normalmente, los bebés porteados, en contínuo movimento con los padres, cerca de ellos, etc. lloran menos, muchísimo menos, ya que tienen lo que necesitan sin necesidad de pedirlo. Al igual que el adulto, el bebé quiere sentirse cómodo para dormir, necesita cierta postura, que nada le moleste (etiquetas de la ropa, botones…) y sentir que está protegido y seguro. Este tipo de lloro no podemos evitarlo muchas veces, ya que nos dice qué necesita el bebé y cómo lo necesita para dormir. De esta forma iremos conociendo sus necesidades, los movimientos, la forma de portear o de llevar en el carrito, cuánto taparlo…para ir evitando el lloro con el tiempo en cuanto a sueño se refiere.

Por estar incómodos

Como comento más arriba, la comodidad de la ropa, la temperatura, las posturas, etc. pueden dificultar el descanso del bebé, por lo tanto, cuando sienta que no está bien, llorará y los adultos deberemos aprender a evitar esas incomodidades que el bebé por sí solo sería incapaz de modificar.

Por estar sucios

Un bebé con el pañal lleno o sucio puede llorar. Muchos no lo hacen, pero cuando llora un bebé siempre debemos comprobar que todas sus necesidades esten cubiertas y cambiar el pañal es fácil y nos ayuda a descartar un motivo de llanto.

Por dolor

Este lloro es de los más duros para los padres y para los bebés, ya que no podemos evitarlo hasta que encontremos la causa y aun así no tiene porque remitir el dolor hasta que se palie. Además se une a que el bebé no puede decirnos qué le duele ni dónde. El pediatra puede guiarnos y facilitar algún remedio, pero hasta entonces nuestro bebé deberá ser atentido y acompañado en ese dolor o malestar que no le permite estar tranquilo y relajado.

Por frustración

¿Cuántas veces has visto llorar a un niño porque se le ha caído un helado o porque se desmonta su torre de cubos? La frustración que viene natural y además acompañada del adulto para ofrecer empatía y cariño, es una de las mejores formas de aprender autocontrol de esta emoción, ya que no viene provocada por nadie, sino por la vida misma.

Por exceso de estímulos

Es fácil sobreestimular a un bebé: llevándolo mirando hacia delante en el porteo (totalmente contraproducente) ya que no puede girar la cabeza para evitar el estímulo, ofreciendo continuamente juegos con mezclas de estímulos visuales, auditivos y táctiles (música, colores…), con las pantallas de cualquier tipo (televisión, tablet, móvil…). Cuando el bebé siente que su cerebro no puede gestionar todo esto se desborda y rompe en llanto para eliminar el exceso de estrés y tensión neuropsicológica.

Por falta de estímulos

Parecerá una tontería, pero los bebés lloran por aburrimiento. Un bebé que lleva una vida de muchas horas al día en un parque de esos que tenemos en casa lleno de juguetes, está totalmente falto de estímulos, ya que los juguetes enseguida perderán el interés y el sentido de exploración que tienen les hará querer salir de ahí. Y lo pedirán llorando, una vez más la única forma que tiene de decir “me aburroooooo”.

Por necesidad de afecto, apego y contacto

Una de las necesidades más importantes. Y ocurre que de repente sin ningún motivo aparente -motivo para ti porque para el bebé sí lo tiene- te pide brazos, ya que cuando lo coges se calla y tu te preguntas: ¡qué raro! He estado con él todo el día, está limpio, acaba de dormir y de comer, o sea tiene sus necesidades cubiertas, ¿por qué querrá tanto brazo? Pues aquí viene una revelación señoras y señores: la necesidad de contacto, apego y afecto no se sabe cuando está cubierta. Esta necesidad se llena como una cubeta, que tiene un pequeño agujero en el fondo. Tu coges a tu peque y se va llenando la cubeta, cuando dejas al niño solo (separado de ti relativamente), la cubeta va perdiendo y se va vaciando. Cada cubeta de cada bebé tiene el agujero más grande o más pequeño, unos necesitan más a menudo estar cerca o en contacto directo con sus padres o figura de apego y otros un poco menos. Lo que está claro es que el bebé que se pasa todo el tiempo posible con esa figura de apego, llora menos.

¿Conocéis la angustia de separación? Una razón más añadida para llorar por querer sentirse seguro cerca de su figura de apego. Más abajo te dejo un artículo explicándola, ya que el lloro suele ver más explosivo e intenso en esa etapa.

 

 

¿Por qué es tan importante el lloro?

Bueno, como hemos dicho, cuando nacen solo pueden comunicarse así, de hecho hasta que pueden hablar o hacer gestos que nos expliquen cosas, que muchas veces tampoco entenderemos hasta que los bebés -y no tan bebés- cojan más práctica con su motricidad.

Por otro lado que el lloro sea necesario no quiere decir que sea necesario que lloren. Yo puedo salir corriendo si veo un peligro, estoy anatómicamente hecha para ello, pero si tuviera de correr cada día delante de un dinosaurio acabaríamos yo por agotarme y él por comerme enterita. El lloro hace lo mismo con el bebé: si llora excesivamente sin ser atendido y de forma contínua, conseguiremos que el cortisol inunde su cerebro y marque de por vida una baja tolerancia al estrés en la adultez, entre otras muchas cosas bastante aterradoras…  

El lloro es una forma de supervivencia y existe para ser atendida SIEMPRE. Y atendida no es necesariamente evitada. Atendida es ESTAR AHÍ. Acompañar al bebé o niño durante el proceso de llanto o de exteriorización de la emoción. Más abajo te dejo un artículo con la diferencia entre dejar llorar y permitir llorar a un bebé o niño.

También es verdad que hay familias (sobre todo madres o la principal figura de apego) que reconocen el llanto de sus bebés y saben identificar porqué causa lloran, y se anticipan perfectamente a esa necesidad y a cubrirla lo antes posible.

 

¿Cuando empieza el lloro a ser un problema?

El problema empieza cuando lo vemos como un problema. Nos angustiamos al ver al bebé “sufrir”, pensamos que dejarle llorar puede ayudar a que deje de llorar (que forma más curiosa y horrible de gestionar el lloro), los demás nos aconsejan sobre el tema -como si fueran unos grandes expertos en lloros de bebés y sus porqués- sin ningún tipo de fundamento más que su propia experiencia. Y así vamos perpetuando unas creencias en torno al llanto del bebé que mucho dejan que desear sobre lo que es cierto.

Seamos más intuitivos y pensemos cómo nos gustaría a nosotros que nos trataran cuando lloramos, tal vez nos demos cuenta de una cosa muy triste y es que tratamos mejor a los adultos que lloran que a los bebés. Reflexionemos sobre ello…

 

Enlace del artículo La angustia de separación de los bebés y niños

Enlace del artículo La diferencia entre dejar llorar y permitir llorar

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