google-site-verification: google124617bd05135f1f.html
5
(2)

 

Las dudas sobre sueño infantil es una de las consultas más actuales y demandadas. Los bebés y niños pequeños no duermen como los adultos, tienen ritmos diferentes, fases diferentes y necesidades diferentes por lo menos hasta los 6 años, ya que el sueño del niño no será como el del adulto en cuanto a las mismas características hasta entonces.

Entender el sueño infantil es entender sus necesidades para poder adaptarse a los ritmos de los niños y no para que los niños se adapten al de los adultos (ya que tiene sus propias consecuencias forzar una necesidad fisiológica tan importante). Pero aun así, hay varios factores que pueden mejorar o empeorar el sueño de los niños dependiendo de cómo se gestionen.

Para facilitar el sueño infantil he recogido varias recomendaciones que pueden ayudar a las familias a mejorar los descansos nocturnos:

1. La hora de irse a dormir debe ser agradable

Ir a dormir no puede ser estresante, si lo aprenden así, ir a dormir será un suplicio día tras día. Sobre todo a la edad de 1 a dos años  que es cuando verdaderamente empiezan a guardar recuerdos agradables y positivos de experiencias vividas, y ya manifiestan miedos y temores.

Cuando los llevemos a dormir nos pedirá cosas que tal vez no necesita para tener lo que necesita (a nosotros): agua, pipi,…si ya hemos hecho la transición a su habitación a dormir solos sin que ellos quieran.

La hora de ir a dormir siempre debe ser uno de los mejores momentos del día. Podemos prepararla bien, con cariño, con los niños participando en todas las actividades (poner el pijama, preparar ropa para mañana, preparar el baño, elegir que juguetes utilizar, preparar la cena juntos, poner la mesa, jugar con los padres…) y las rutinas que hagamos.

2. Mantener la calma y estar relajados

Una petición a veces complicada para las familias…llegamos cansados del trabajo y falta hacer la cena, las duchas de los niños, juegos que nos pedirán, un posible masaje y un cuento o dos o tres o cuatro para ir a dormir. Tomarlo con calma y cariño reduce nuestro estrés y el del niño. Si tenemos en cuenta que una rutina para preparar el sueño ya debería hacerse una o dos horas antes de ir a dormir, debemos organizar muy bien este espacio de tiempo para facilitarnos las cosas y hacer ver al niño que ir a dormir es positivo. En definitiva, nuestro estado de ánimo por suerte o por desgracia influye en los niños y sus necesidades vitales.

3. Reconocer señales de sueño

¡Este consejo ha salvado más de una vida adulta! Muchas familias no se dan cuenta de que poner a dormir al niño cuando su cuerpo lo pide es casi un éxito asegurado. Dependiendo de la edad, los niños presentan varias señales que nos dicen “tengo sueño” y si encima detectamos la hora en que suelen hacerlo cada día, podemos adelantarnos y ponerlos a dormir un poco antes.

De los 0 a los 3 meses las señales son claras: si el bebé está alimentado, limpio, no le duele nada y su necesidad de contacto y apego está cubierta (¡difícil de saber!) si llora podría tener sueño. Llega un punto en la crianza que puedes reconocer el llanto de tu bebé y sus gestos característicos y poder decir sin dudas “llora porque tiene hambre” o sueño, etc. Es aconsejable no taparlos en exceso, pueden despertarse por el calor: un bebé no debe sudar, aumenta el riesgo de Muerte Súbita. Y aunque no te lo parezca, tu bebé de esta edad ya tiene más o menos un patrón para dormir de unas horas al día, descúbrelo y ponlo a dormir un poquito antes para evitar el lloro por sueño y pasarse de rosca, ya sabéis que dormirle después de eso….puede ser un suplicio!

De los 4 a los 7 meses no cambia mucho, pero aparecen las crisis de crecimiento, de lactancia, la alimentación complementaria…y todo esto puede dificultar el sueño. Las señales de sueño suelen ser: reducir la actividad física, los bostezos, frotarse los ojos, arquearse al cogerlo o mantenerlo en brazos…como con la edad anterior, si se pone a dormir un poco antes, podemos comprobar que es más fácil dormirle.

Tener en cuenta también la sobreestimulación, a esta edad los bebés empiezan a tener mucho interés por el mundo adulto y hay situaciones que dificultan el sueño. Una forma de reducir ese impacto visual y auditivo es alimentarlo en un lugar tranquilo si la intención es darle pecho o biberón para dormirle.

A esta edad mucha gente suele proponer eliminar las siestas para que el bebé duerma mejor de noche. Es un mito muy extendido, de hecho dormirá peor, el descanso diurno es tan importante como el descanso nocturno, evitaremos despertarles en lo posible de las siestas.

De los 8 a los 12 meses pasan por una serie de hitos evolutivos y madurativos que una vez más dificultan el sueño: salida de dientes, crisis de lactancia, la angustia por separación, gateo y/o caminar, empezar a hablar, reconocimiento de la emoción del miedo, destete nocturno por consejos ajenos….todo esto, si se junta puede ser angustioso.

Permitir que practiquen cuando se despiertan a media noche, es la mejor forma de volver a dormirse.

La siesta sigue siendo primordial para propiciar un buen sueño nocturno.

De 1 a 2 años se añaden nuevos hitos evolutivos como el correr, caminar con más destreza, sus primeras rabietas…no ayudarán a dormir mejor. A esta edad las señales son como en la edad anterior con alguna añadida: reducen actividad (puedes verlos tumbados en el suelo sin hacer nada), bostezos, frotarse los ojitos, perder el equilibrio al caminar o jugando y se vuelve un poco más torpe (chocar sutilmente con un mueble), incluso puede decirte directamente “tengo sueño”.

Cuando se omiten las señales de sueño y no se pone a dormir al niño, en un rato parecerá de todo menos sueño: irritabilidad, lloros, mal humor, negarse a llevarlo a dormir…

4. Rutinas: las mismas

Por eso se llaman rutinas, porque hacemos lo mismo a la misma hora. Dentro de cierta flexibilidad (ya que el fin de semana seguramente no se siguen las mismas: ni se come ni se duerme a las mismas horas y no digamos ya por vacaciones o fechas especiales. Las rutinas sí, pero con calma, coherencia y flexibilidad.

Cada familia debe encontrar la rutina que le funcione. Yo empecé por ducha-masaje-cuento y mi hija se activaba muchísimo, pasamos esa rutina a las mañanas y por las noches cambiamos la forma de gestionarlo.

Las rutinas reducen la ansiedad para ir a dormir porque le dice al niño lo que toca hacer, lo que pasará en cada momento y esta sensación de seguridad ayuda a conciliar el sueño.

5. La cena es importante

Los alimentos que contienen triptófano ayudan a dormir mejor, ya que este neurotransmisor libera serotonina, una hormona que reduce el flujo sanguíneo y la actividad cerebral y por lo tanto relaja.

Plátano, piña, frutas y verduras crudas, aguacate, legumbre, alimentos ricos en calcio, los frutos secos, lo que lleve vitamina B (pollo, pescado, huevo, patatas,) contiene triptófano y si todo esto lo mezclamos con hidratos de carbono (pasta, pan, etc.) el triptófano aumenta. Por esto mismo una cena con un trozo de pollo y media patata hervida propiciará mejor el sueño que solo cenar pollo. Una dieta equilibrada con varios alimentos en la misma comida ya de por sí es más saludable que un solo alimento. Cuando una comida se compone de gran cantidad de verdura, una parte de proteína y un poco de hidrato, está equilibrada y supone una mejor digestión.

Tengamos en cuenta también lo que consumen los niños durante la tarde, que condicionará su sueño esa misma noche (procesados, ultraprocesados, azúcares, etc.)

6. Reducir y temporizar el uso de pantallas

Dos horas antes de ir a dormir, no deberíamos facilitar el uso de pantallas. Altera, estimula, excita y no permite explorar, imaginar, imitar ni jugar, que es precisamente lo que cansa el cerebro para dormir mejor. Intentar pasar la tarde o espacios de tiempo en parques o lugares donde el niño pueda moverse libremente, subir, bajar, trepar, agacharse, etc. Podemos jugar con los niños a actividades que agoten intelectualmente, como hacer puzles y evitamos juegos estimulantes o cuentos con argumentos muy activos.

7. No administrar medicación

Está de moda (espero que sea una moda pasajera y rápida) de administrar antihistamínicos u hormonas a los niños para que duerman “mejor” o como nos dicen que deberían dormir: del tirón y 12 horas seguidas.

Los antihistamínicos tienen un efecto sedante y como parecen inocuos los profesionales de la salud los recomiendan. Además la melatonina, hormona que induce al sueño pero que no impide que el niño se despierte durante la noche, está a la orden del día. Estas modas son peligrosas, cambian procesos naturales y dificultan los patrones de sueño, muchas veces confundiendo al cuerpo.

Si se pueden seguir varios de estos consejos, la situación con el sueño de los niños puede mejorar y por ende la de los padres, ya que la falta de sueño nos produce cambios de humor que no ayudan en la crianza de nuestros hijos.

Con el sueño infantil sobre todo necesitamos paciencia, es un proceso madurativo que no se puede acelerar y un día u otro el niño dormirá bien.

Mo Queralt

¿Qué te ha parecido este contenido?

¡Ayúdame a mejorar!

Valoración 5 / 5. Votos: 2

¡Sé la primera en puntuar este contenido!

Si este contenido te ha sido útil

¡Puedes seguirme en las redes sociales!

¡Oh! ¡Siento que este contenido no te haya sido útil!

¿Me cuentas cómo mejorarías?

Tu feedback es importante para mi trabajo 🙂

Pin It on Pinterest

Esta web utiliza cookies, no son de chocolate pero son necesarias, ¿las aceptas?    Ver Política de cookies
Privacidad