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EL ARTE DE APRENDER JUGANDO

EL ARTE DE APRENDER JUGANDO

Es difícil saber cuando empezamos a jugar los humanos, ya que en los yacimientos que se trabajan no se pueden encontrar materiales orgánicos que desaparecen o desintegran con el paso del tiempo, pero lo que sí sabemos es que los primeros juguetes registrados como tal datan de la antigua Mesopotamia hace más de 5000 años y sabemos que eran juguetes porque estaban tallados o fabricados a pequeña escala (barcos, muñecos…) También es cierto que se han llegado a encontrar piezas de piedra que con su reconstrucción han resultado ser pequeños cochecitos y otro tipo de juguetes.

Te preguntarás que tiene que ver todo esto con el juego y los juguetes actualmente. Es importante saber el origen de los juegos y juguetes para poder llegar a entender cómo jugamos en la actualidad.

El juego ha evolucionado continuamente y sigue haciéndolo ahora mismo en todo momento: empezamos a fabricar los juguetes en serie –cuando hasta entonces los fabricaba el propio niño o el adulto-, aparecen los juguetes eléctricos que supone poca intervención de niño ya que el juguete lo hace todo, aparece el plástico que disminuye los gastos y aumenta la producción de juguetes y juegos y ahora mismo todo lo virtual y las pantallas ocupan el tiempo de nuestros hijos.

¿QUÉ ES EL JUEGO?

El juego es la mejor forma de aprender por varias razones:

  • Es ejercicio físico y psicológico
  • Es un entretenimiento que ejercita capacidades, habilidades y destrezas
  • Es una actividad donde se emplea la imaginación y la creatividad
  • Es una herramienta terapéutica cuando es dirigido, para detectar patologías o dificultades en los niños
  • Es una actividad voluntaria donde la meta es la diversión
  • Es una actividad física espontanea de la cual de obtiene placer de inmediato
  • Es lo que viene después de la típica frase “me aburroooooo” y es importante permitir entonces que el niño busque formas de jugar
  • Es sinónimo de aprendizaje

Por esta última razón es por la cual no debemos menospreciar el juego de los niños y su momento, tiempo y espacio para ello. El juego debería ser:

Simbólico – Es decir, utilizar la capacidad de representación mental de un objeto y jugar con esa idea mental. En otras palabras: utilizar un objeto para otra cosa, por ejemplo una caja de zapatos puede ser un parking de cochecitos, una cuchara de madera puede ser una espada…

Funcional – Que puede utilizarlo para la vida diaria, por ejemplo una cocinita

Significativo – Es cuando relacionan el nuevo aprendizaje con lo que ya han aprendido, por ejemplo esa torre de cubos que se tambalea y acaba cayéndose; el niño cada vez la hará mejor y se le caerá menos

Heurístico – El que más me gusta, es cuando el niño aprende sin darse cuenta, cuando resuelve conflictos por medio de la creatividad, por ejemplo la típica cesta de los tesoros montessoriana.

Por ende, si el juego o juguete que tiene tu hijo ahora mismo en la mano no es nada de esto no puede considerarse un juego o juguete adecuado

¿CON QUÉ JUEGAN LOS NIÑOS?

Los niños se pasan la infancia jugando, durante ciertas edades no hacen nada más que jugar el 100% de su tiempo, todas sus acciones son juegos, pero la realidad de cada familia puede ser otra. Los niños juegan con:

– Lo que les ofrece la sociedad y la familia. Ya que ellos mismos no pueden elegir; y nos podemos encontrar con cantidad de regalos con los que luego no juegan. Además la sociedad presenta juegos y juguetes sexistas (disfraces para niñas y niños, cuentos para niñas y niños, cochecitos para niños, plancha para niñas…) y los catálogos a los que acceden nuestros hijos están plagados de discriminación de género. Se añaden los juguetes cargados de estímulos – colores con música, voces…- que sobreestimulan y no facilitan un desarrollo sano.

– Con materiales reales. Con casi cualquier objeto que tengamos por casa desde fiambreras, cucharas de madera, tapas, pinzas a trapos de cocina, etc. un buen recurso es tener un cajón de la cocina destinado a nuestro pequeño explorador con objetos seguros.

– Con la comida. El niño juega con la comida, sin duda, sobre todo si se practica la alimentación autorregulada por el bebé o Baby Led Weaning ya que lo que le supone a nivel de desarrollo cognitivo es muy grande, además estimula los sentidos –texturas, colores, sabores…-, enseña las primeras clases de física al lanzar la comida desde la trona al suelo y observar que ocurre con ella, aprenden a gestionar emociones –desde el asco a la frustración cuando no consiguen agarrar bien un alimento-, adquieren mayor gusto por la exploración, aprenden a hablar más rápido –el trabajo muscular a nivel orofaringeo que se hace no tiene precio-, permite que el niño sepa cuando está listo para empezar la alimentación complementaria –interñes por la comida, coordinación mano-ojo-boca, reflejo de extrusión…

– Con el propio cuerpo. Está demostrado que durante el embarazo el bebé ya juega con su propio cuerpo, el cordón umbilical, el líquido amniótico, etc. Además de la estimulación multisensorial tan rica que proporciona: placer, dolor, sabores, texturas, conocimeinto del propio cuerpo, diferenciación de su cuerpo y el de otros, y se motivan a explorar el mundo de les rodea con más ahínco. Permitir que el bebé esté desnudo todo el tiempo posible para permitir que se autoexplore es el principio de juego

JUEGOS NO APTO PARA ADULTOS

Hay varias formas de juego que para un adulto no lo es, o le cuesta verlo como un juego, porque al crecer perdemos ese preciado instinto de diversión y nos volvemos más serios, aun sabiendo que jugando lo aprendemos todo mejor!

Jugar con la comida. Como decía antes, comer es un juego pero ver a nuestro bebé cubierto de espaguetis no nos hace mucha gracia.

El juego simultaneo. Jugar con varios juguetes o juegos a la vez. Tenemos la manía de, cuando nuestro hijo está haciendo un puzle y quiere jugar con otra cosa, hacerle recoger antes el puzle. El juego simultaneo debe permitirse todo lo posible porque despierta la creatividad y la imaginación a niveles inimaginables. Un juego simultaneo típico en mi casa son los playmobils y la plastilina.

Jugar con objetos o cosas que no son juguetes. Jugar a pintar piedras, apilar palos para montar un fuerte…los adultos no solemos jugar como los niños y nos cuesta desprendernos de esa seriedad que no permite a la imaginación florecer.

Utilizar un juguete para una finalidad diferente para la cual fue creada. Mi hija coge rotuladores de color y se pinta el cuerpo. El rotulador es para el papel, ¿no? Pues no tiene porqué, y este solo es un ejemplo, los adultos solemos soltar frases del tipo “esto no es para jugar” y para los niños es una oportunidad de diversión y aprendizaje.

Realizar las tareas del hogar. Poner la mesa, la lavadora, tender la ropa, cocinar…los adultos no vemos como un juego estás acciones, pero los niños SÍ.  

¿QUÉ ENSEÑAN EL JUEGO Y LOS JUGUETES?

Ya hemos visto la cantidad de cosas que se aprenden con el juego y los juguetes, pero hay mucho más:

– Frustración. Cuando nuestro bebé está jugando con su torre de cubos y uno de cae y empieza a enfadarse y a llorar, nosotros corremos hacia él para socorrerle y ponerle la torre bien, pero no nos paramos a pensar si nos ha pedido ayuda. La mayoría de veces solo se enfadan y en rato vuelven a jugar sin más problemas, debemos valorar si estamos interfiriendo en esa emoción.

– Desarrollo cognitivo. Todo lo que se aprende jugando se asimila mejor y de una forma más eficaz, además de existir una construcción y desarrollo de la inteligencia más elevados

– Desarrolla la autonomía. Cuando un niño aprende a jugar solo, es cuando estará preparado para aprender a jugar con otros niños. Por eso no podemos forzar el trabajo en grupo, por eso las guarderías no son el mejor sitio para enseñar autonomía.

¿CÓMO ACOMPAÑAR EL JUEGO?

Aunque parezca una acción muy sencilla, para un adulto no es nada fácil permitir el juego libre, ya que intentamos estar pendientes del niño y sus movimientos y les ayudamos a la primera de cambio sin esperar un poco para ver como se desarrolla el juego y el niño, acompañaremos el juego…

– Sin interferir. O lo mínimo posible. Observamos y esperamos, si el niño no nos pide ayuda – y sabemos distinguirlo perfectamente- no ayudaremos y dejaremos que el niño resuelva ese conflicto solo.

– Acompañando la frustración. Parece fácil pero tendemos a decir frases como “no pasa nada”, “no llores por esto”, “no te enfades por esta tontería”…y les hacemos entender que frustrarse no es bueno. Si a nuestro hijo le cuesta meter una pieza en un encaje y se enfada y la tira, no hace falta hacer absolutamente nada

Prever los peligros, procurando un ambiente y entorno seguros. Cables, enchufes, jarrones…para que nuestro pueda moverse libremente por la casa sin tener que ir detrás apartando los cactus, adaptaremos el entorno para que pueda explorar sin peligro

– No convertir las tareas del hogar en una obligación. Si invitamos a los niños desde muy pequeños a realizar las tareas de casa, podemos convertirlos en grandes colaboradores con la familia

Si nos tenemos que quedar con una sola frase que sea esta: cuanto más haga el juguete, menos hará el niño

Mo Queralt

LA PREADOLESCENCIA, ESA GRAN DESCONOCIDA

LA PREADOLESCENCIA, ESA GRAN DESCONOCIDA

Antes de adentrarnos en el gran reto de la preadolescencia debemos saber la importancia que tiene tener una infancia saludable para que se de una preadolescencia y una adolescencia igualmente saludable. Todo empieza desde el nacimiento. Sabéis lo que me gusta a mi hablar de crianza respetuosa y de como una criatura se va formando durante años para legar a ser la persona adulta que será y que todos los factores que intervienen (familia, escuela, amigas/os, entorno cultural, etc.) condicionan la clase de vida y la personalidad que tendrá. 

El cambio de la infancia a la preadolescencia y posteriormente a la adolescencia no suele ser fácil. Para nadie. Descubrimos un/a hijo/a que antes no habíamos visto y difícilmente podemos recordar nuestra propia experiencia a esa edad, tal vez por eso nos resulte tan complicado empatizar con una persona que pasa por dichos cambios tan transcendentales. 

Esta etapa se ve inmersa en numerosas transformaciones a nivel cognitivo, conductual, físico-biológico (sexual), psicológico y social que le aventura en el mundo del adulto/a hasta ahora desconocido. Las hormonas, los pensamientos que vienen y van a una velocidad de vértigo, le permitirán adaptarse como puedan a las tareas intelectuales típicas de las personas adultas.

La edad a la que ocurre depende de varios factores pero suele darse entre los 9 años (como algo precoz) a los 12-15 años, justo antes de la adolescencia y la presentan las niñas antes que los niños. Esa criatura deja de ser niña/o y mentalmente debe aceptar ciertos cambios que la sociedad no ve con buenos ojos: las/os preadolescentes y adolescentes son las personas más incomprendidos en su etapa más vital.

Los cambios a los que se enfrentan no cuentan normalmente con el apoyo del resto del mundo (¡o ellos lo sienten así!), entran en un duelo por un cuerpo nuevo (alteraciones físicas y fisiológicas que vuelven frágil la autoestima por la importancia de su imagen personal) y la infantilidad en relación a las madres y padres deja de ser la misma que hasta entonces. El autoconocimiento es confuso y a su vez descubren gran número de limitaciones y posibilidades a explotar.

Siguen siendo niñas/os desde un punto de vista mágico, que aun perdiendo esa inocencia, están a medias entre una/n niña/o y una persona adulta; las órdenes y exigencias de los padres no se aceptan con la facilidad de antes y empiezan a preferir la compañía de sus iguales, empezando su camino hacia una verdadera independencia.

¿Cómo sobrellevar la preadolescencia y ayudar a un preadolescente?

Los sentimientos están a flor de piel y la delicadeza con la que gestionemos los conflictos que surjan marcarán un antes y un después en la vida de todos los miembros de la familia, irá modelando su madurez emocional (sumamente importante respetar este punto) que dependerá de las relaciones familiares y de su entorno.

Lo que enseñemos en la infancia dejaremos de verlo en la preadolescencia y la adolescencia, pero resurgirá con fuerza cuando pase a la edad adulta y todo lo aprendido desde el amor, el cariño y la paciencia, todos los principios y valores aparecerán para quedarse.  

Me gustaría decir que lo poco que podemos hacer para paliar los efectos de esta etapa es dar libertad (que no libertinaje) y espacio a la/el preadolescente y dejarla/e tranquila/o, pero sé que eso no es suficiente para ninguna madre ni padre, así que ahí van unos cuantos consejos para afrontarla:

  • Escuchar

Tan sencillo como escuchar sus sentimientos y deseos sin esperar a dar nuestro discurso. Muchas veces las personas hablamos solo para desahogarnos, no queremos consejos ni sermones solo ser escuchadas.

  • No juzgar

Cuando recibimos información de nuestras/os hijas/os debemos mantener el tipo y evitar prejuicios, si queremos que nos cuenten las cosas más íntimas tenemos que empezar por aceptarlas y ya las trabajaremos en su momento pero es primordial dar rienda suelta a su discurso para saber qué necesita, que le incomoda, que le hiere a nivel emocional, que le hace feliz…A esta edad son especialmente sensibles a las críticas.

  • No aconsejar

A no ser que nos pida consejo, no darle consejo si no lo ha pedido, en su lugar pregunta de forma reflexiva, no es mismo decirle «esto está mal» que «¿cómo crees que debe valorarse esto?» y permitir que ella/él misma/o se responsabilice de sus conductas y sus actos.

  • Formula preguntas abiertas

No preguntes cuestiones que den respuesta cerrada de SI o NO, por ejemplo «¿Cómo estás?» sino preguntas que den argumentos e información más concreta y profunda, por ejemplo «¿Cómo te has sentido?»

  • Evita la pregunta que empiece por «¿Por qué….?»

Cuando preguntas los porqués estás pidiendo una explicación, por ende una posterior opinión o sermón. En su lugar cámbialo por «Qué…», «Cómo…», «Cuando…». Ejemplo: no es lo mismo decir «¿Por qué has hecho eso?» que «¿Qué te ha llevado a hacer eso?

La preadolescencia y su lado positivo

No sabemos aprovechar este gran cambio en nuestro beneficio familiar, nos aterramos ante la idea de la futura preadolescencia y mucho más en la adolescencia. Nuestra/o hija/o está viviendo una crisis existencial y solo se nos ocurre tachar al/la preadolescente de inmadura/o, rebelde, intransigente, desobediente, contradictorio, etc. La sociedad nos la vende muy mal…

¿Habéis oído alguna vez adjetivos positivos para la preadolescencia y la adolescencia? En esta etapa están más abiertos que nunca, pero con una facilidad para cerrarse en ellas/os mismas/os pasmosa. Por eso debemos aprovechar esa obertura para llegar a ellas/os y evitar que se alejen todo lo posible.

Ahora puedes mantener una conversación de calidad por el pensamiento abstracto típico de la preadolescencia, hablar de sus más temidos miedos y contener y apoyar sus sentimientos y emociones,  es el momento ideal para integrar en su cabeza la importancia que tienen para ti y soltar un «te quiero y te necesito en mi vida» para valorar y elevar esa autoestima que pende de un hilo, la dependencia a la que caminan nos permite relajarnos un poco más como madres y padres, se encuentra en un estado de labilidad emocional muy interesante (supone cambios emocionales más bien bruscos que pueden pasar de la alegría a la tristeza y viceversa en un abrir y cerrar de ojos).

La preadolescencia es el principio de la adultez, nos muestra como empezarán a ser y no podemos ignorar o censurar, si no acompañar y disfrutarlo en todo lo posible, haciéndoles partícipes en las gestiones familiares, teniéndolos en cuenta para tomar decisiones y hacerles ver que siempre estaremos ahí, pase lo que pase y sean como sean. Esta etapa pasa, igual de la de las «rabietas», igual que todas en definitiva. Solo se necesita un poco de empatía, paciencia y entendimiento.

Mo Queralt

CUANDO EL «NO PEGUES, NO MUERDAS» NO FUNCIONA

CUANDO EL «NO PEGUES, NO MUERDAS» NO FUNCIONA

Muchas familias se encuentran, en un momento de la infancia de sus hijos, a partir del año aproximadamente, con que aparecen una serie de comportamientos y conductas que cuestan gestionar. En esta web has leído sobre algunas de ellas, hoy hablaremos sobre el niño que pega y/o muerde.

Empezaré explicando que cualquier conducta de un niño tiene un significado, pasa por algo, ese niño que pega y/o muerde tiene la necesidad de expresar alguna emoción que no sabe controlar ni exteriorizar de otra forma ya que los niños desde que nacen, están aprendiendo a gestionar las emociones que van conociendo, algunas las viven por primera vez de muy pequeños y hasta que no las experimentan varias veces no pueden utilizarlas correctamente. 

Cuando observamos esas conductas en los nuestros hijos lo primero que nos viene a la cabeza hacer, casi instintivamente es decir NO. Decirlo no es malo, de hecho necesario muchas veces, el problema no es decir NO, si no que:

  • Lo decimos demasiadas veces. Es lo primero que nos sale de la boca en cuando el niño hace algo que no nos gusta o no queremos que haga
  • Lo decimos sin sentido. Muchas veces solo para llevarle la contraria al niño y marcar nuestra autoridad o sin darle explicaciones del porqué con frases del tipo «¡no, es no!»
  • Enseña que no hay opciones. Que el adulto tiene la última palabra y la razón.
  • Transmite emociones negativas. Depende del tono que utilicemos, el niño puede vernos enfadados; podemos decir que NO con calma y firmeza sin parecer que el acto del niño nos a ofendido o enfadado.
  • Hace sentir culpabilidad. Al vernos enfadados al decir NO hace creer al niño que ha hecho algo malo y que nuestro estado de ánimo es culpa suya.

El NO es un simple recurso más dentro del lenguaje que nos sirve para comunicar un desacuerdo, pero lo utilizamos con los niños sin ninguna medida, sin questionarnos qué enseña, qué transmite o qué hace sentir.

En cambio hay una alternativa increible que educa y funciona mucho mejor que el NO, ¡que es el SI!

El SI (hablar en positivo) muestra lo que se espera del niño, el NO (hablar en negativo) muestra lo que el niño no hace bien a nuestros ojos.

Vamos a poner varios ejemplos de la vida diaria que seguro conoces y que te pueden servir para hacer la transición al lenguaje en positivo:

  • No pegues/muerdas a mamá/papá/perro/hermano
  • Me haces daño, no me gusta lo que me haces…
  • No juegues con eso (cuchillo, chincheta…cualquier objeto que suponga un peligro o que sea delicado o importante para nosotros)

Ahora vamos a cambiar estas típicas frases por un lenguaje en positivo para potenciar una mejor relación con nuestros hijos:

  • Trata bien/con cariño/con respeto a mama/papa/perro/hermano
  • Me gusta cuando me acaricias o me besas….¿Te gusta a ti cuando mamá te besa?
  • Juega mejor con esto (damos alternativa al objeto peligroso o delicado)

¿Qué se consigue con el NO?

Que el niño crea que está mal lo que hace, que no acierte en las demandas de los padres, que continuamente están pidiendo cambios en las conductas de los niños (no toques eso, no corras, ojo no te caigas, no llores…). Decir NO puede ser muy útil para dar aviso al niño de un peligro o para un momento puntual y con una posterior explicación del porqué NO (porque puedes hacerte daño…)

¿Qué se consigue con el SI?

Con el habla en positivo se consigue más eficacia, aprendizaje de uno mismo y de lo correcto e incorrecto de una forma saludable. Se consigue mayor atención del niño en lo que se le pide y más motivación para actuar. Puedes poner en práctica estas recomendaciones para probar qué efecto tiene en el niño y comprobar en poco tiempo como las conductas no deseadas, van desapareciendo.

 

¿Me cuentas tu experiencia?

 

 

Mo Queralt

INCOHERENCIAS COHERENTES EN LA CRIANZA

INCOHERENCIAS COHERENTES EN LA CRIANZA

Hay una seria de factores que influyen en el desarrollo de las personas. Muchos de ellos tienen que ver con la maduración, es decir, no se pueden enseñar. Y tratándose de niños, que ocurran naturalmente, sin forzar, tiene una relevancia vital.

Permitir el ritmo del niño definirá su futuro a corto y largo plazo

Si entendemos y conocemos estos factores la crianza será mucho más fácil a todos los niveles, porque nos relajaremos al normalizarlos.

Por eso mismo no sería correcto hablar de incoherencia ya que, para el niño, todo tiene coherencia mientras se desarrolla (evidentemente si no existe nada fuera de lo considera normal)

1. Tener dependencia para pasar a la independencia

Cada vez lo entendemos más, cada vez más familias saben que no existe una independencia del niño saludable y normal sin haber pasado antes por un estado de dependencia hacia la figura de apego (que suele ser la madre) durante los primeros años.

Si no forzamos, si permitimos que el niño se apegue y esté cerca de nosotros el tiempo que necesite, se irá alejando hacia una independencia sana. En este artículo te lo explico mucho mejor.

2. El sueño en compañía para aprender a dormir solo

No queda otra, dormir en paz, sentirse seguro, confiado, protegido, enseña a dormir en soledad. Obligar a un bebé (que llora cuando le dejamos solo, que busca y necesita a su madre, su calor, contacto y vínculo y es ignorado) a dormir solo, sólo trae problemas a la larga. Ya hay testimonios que afirman ir al psicólogo por problemas de sueño por haber utilizado con ellos métodos conductistas para aprender a dormir solos. Aquí te lo cuento con más detalle.

3. Comer con las manos para saber comer con cubiertos

¿Cómo pretendemos aprender a trabajar la madera sin tocarla, sin olerla, sin conocer el tacto, las texturas…? Poder tocar, oler y probar nos lleva a desarrollar partes del cerebro que se construyen para el futuro. Jugar con la comida, tirarla, espachurrarla, escupirla, etc. es, a falta de una palabra mejor,  educativo. En este artículo te explico el método que tiene en cuenta todo esto y más

4. Tener apego por cosas para aprender desapego.

Si permitimos que el ego se desarrolle, sin censurarlo, sin reprimirlo, ocurre el siguiente paso: el desapego. Que un niño sea egoísta es normal y preferible, deben apegarse a sus pertenencias para saber lo que supone dejarlas ir. Y mientras tanto el adulto da ejemplo de desapego, porque seamos realistas, nos cuesta desprendernos o dejar según que cosas a los demás: el coche al vecino, la tarjeta de crédito, nuestro móvil a un desconocido…¿o no?

5. No controlar las emociones para aprender a controlarlas.

Para conocer algo debemos vivirlo, experimentarlo y cuánto más experimentemos más autocontrol aprenderemos. Con la experiencia aprendemos a controlar. Por esa misma razón no podemos pretender que un niño controle una rabieta si antes no sabe lo que es, cómo le hace sentir, si no se ha metido de lleno y se ha “conocido”. En este artículo te enseño cómo se gestiona.

En definitiva, si entendemos que estos procesos tienen su tiempo, que deben ocurrir si o si, todo se vuelve más ameno y fácil. Si intentamos evitarlos o reprimirlos haciendo sentir mal al niño por exteriorizarlos solo complicaría las cosas.

Los niños tienen mucho que enseñarnos y tener paciencia con ellos para que puedan vivir esas experiencias que harán de él un niño con o sin problemas de adulto, es nuestro legado como (pa)madres.

¿Conoces alguno más?

Mo Queralt

GESTIONAMOS MAL LAS EMOCIONES DE LOS NIÑOS

GESTIONAMOS MAL LAS EMOCIONES DE LOS NIÑOS

Si no te lo crees, ¡sigue leyendo! Porque se gestionan muy mal las emociones de las/os niñas/os, o peor, muchas veces ni se gestionan, ya que directamente no se atiende la emoción, ignorándola.

Cuando las/os niñas/os están contentos, son “buenos” y obedecen no hay problema, pero en cuanto sacan las emociones que no nos gustan, las emociones desagradables (enfado, frustración, tristeza,  lloro…) las madres y los padres se transforman y sacan lo peor de ellos mismos y en lugar de mantener la calma, se unen a su disgusto y empeoran la situación.

Como seres humanos sociales revivimos lo aprendido y no tenemos recursos ni herramientas para trabajar con los sentimientos y emociones propias y de los demás. En definitiva tenemos una inteligencia emocional bastante baja.

Si ya cuesta a las/os adultas/os descubrirse y aprender de si mismas/os, ¿cómo no va a costar encargarse de las emociones de las/os hijas/os?

¿Cuáles son las consecuencias de gestionar mal las emociones?

  1. Las criaturas lo harán igual de mal o peor de adultas. Lo que ven es lo que aprenden y aunque durante su vida vayan aprendiendo nuevas formas más saludables de gestionar las emociones, siempre deberá haber un trabajo previo de desaprendizaje. Y eso si ocurre, porque también deben haber ganas de cambiar y reconocimiento de que las emociones tienen que ser acompañadas. Y muchas familias creen que no es malo dejar llorar a sus hijas/os solas/os o corrigiéndoles si se enfadan.
  1. Se crean traumas. A nivel psicológico ocurren muchas cosas, entre ellas el creer que es correcto ignorar o corregir las emociones desagradables, sin tener en cuenta más opciones. En definitiva, normalizamos esa forma de hacer.
  1. Una adultez muy complicada. Cuando se censuran o atacan la emociones como si fueran malas y tuvieran que erradicarse ocurre lo siguiente: la/el niña/o crece moldeando el cerebro y le afectará en varias situaciones en su vida, como en la toma de decisiones, la tolerancia al estrés, la necesidad de enfadarse para «sacar»(provocando situaciones para estallar)…

Muchísimas madres y padres no son nada empáticos con las/os niñas/os, no dan importancia a sus problemas porque los comparan con los suyos y los lleva a frases del tipo: no llores que no pasa nada, eso no es nada, eso no duele, si lloras no te doy…, te quito…, no te llevo a…, si lloras nos vamos…, mira que feo estás llorando, no llores o…., si te enfadas…, las niñas no se enfadan, los niños no lloran…

Todas ellas complican la situación, SIEMPRE. Nunca ayudan en nada ni educan un ápice.

Las frases prohibidas

Aquí van frases reales que escucho demasiado a menudo, de hecho las oigo en un porciento mayor (bastante más mayor) a las frases positivas:

– No llores. No te enfades. Que es lo mismo que decir “no sientas”, que enfadarse es malo, está mal visto.

– Cómetelo todo. No es una frase sobre gestionar emociones a primera vista, pero tiene mucha relación. Alabar a una/n niña/o para que compita a comérselo todo consigue que coma sin hambre y que coma solo para satisfacer a sus madres/padres, no a sí misma/o, de este modo deja de escuchar sus necesidades. Además, si llenamos el plato demasiado y no se lo acaba provocamos sentimiento de frustración que lleva a creer que no son capaces de conseguir hacer felices a sus madres/padres. Y este, señores y señoras, no es el objetivo de la educación. Provocamos frustración, poca tolerancia a la misma y sentimiento de culpa.

– Me pones nerviosa/o. Es muy injusto culpar a las/os niñas/os de nuestro estado de ánimo, ya que no depende de la conducta en sí, sino de quien la vea. Sería más correcto decir “Me pongo nerviosa/o”. Y con esto cómo con todas las frases que empiecen por «me….» (Me enfadas, me provocas, me retas…).

– En general las frases en forma de amenazas, sarcasmos, ironías (como las nombradas antes) no funcionan, además de no ser entendidas por las/os niñas/os. Las amenazas solo frenan la conducta por momentos pero no educa ni enseña para la próxima, es un recurso cruel y nada efectivo.

¿De qué dependerá como gestionemos sus emociones?

– De nuestro estado de ánimo. No veremos con los mismos ojos una rabieta en el súper si vamos con prisas, cargadas/os con la compra, etc. que si estamos de buen humor, tranquilas/os y descansadas/os. Evidente, ¿no?

– De nuestra paciencia

Dependiendo de nuestro carácter o personalidad tendremos una tolerancia al estrés más alta o más baja. Hay madres/padres muy pacientes con niñas/os muy demandantes y madres/padres menos pacientes con las/os niñas/os igual de demandantes, o madres/padres con un/a hijo/a muy tranquilo/a y un/a segundo/a más demandante con el que descubren hasta donde llega la paciencia.

– De nuestro cansancio del día

Las emociones desagradables se gestionan peor al final de día, cuando ya hemos trabajado, estamos cansadas/os y toca rutina de duchas, cena, cuento…y lo que sea.

– De cómo nos criaron nuestros padres

Cómo nos educaron condicionará cómo educamos, sin duda. Para bien (yo no quiero educar como mis padres porque me pegaban) o para mal (yo pego a mis hijas/os porque mis padres me pegaban y he salido bien).

Preguntémonos algo: ¿Cuál es el objetivo de corregir a las/os niñas/os, reñirles, ponerles rutinas, incluso cuando castigamos? Cuando intentamos educar el objetivo es el mismo: que aprendan y sean buenas personas, que mejoren su vida, no hacértela a ti más fácil. Porqué si fuera así, si el objetivo es vivir mejor nosotras/os sin importarnos el futuro de nuestras/os hijas/os, el futuro de la humanidad sería la extinción.

No es suficiente con decir «no pegues», «no muerdas», «eso no se hace», «no toques», «para de hacer eso»… Porque todo esto está vacío de significado, no aporta nada al niña/o, no educa, no enseña lo que SÍ debe hacer, no enseña qué se espera de ellas/os: que sean buenas personas, que sean respetuosas/os. Por eso siempre será más educativo decir “trata bien a tu padre” en lugar de “no muerdas a tu padre”. En esto puedo ayudarte si lo necesitas.

Además cargamos al/la niño/a de culpa, no le hacemos responsable de sus actos y de este modo creerá que es mala persona, por lo tanto acabará actuando como tal.

Tenemos que saber que a edades tempranas o cuando aún no pueden hablar o hacerse entender, expresan sus deseos y lo que quieren, con conductas y expresando emociones, por ejemplo si no quieren pintar más pueden tirar todo al suelo. Ahí debemos aprovechar el momento y vincular al/la niño/a con sus emociones, preguntarle “¿estás cansada/o?” o decirle “veo que estás cansada/o, vamos a…” para que empiece a reconocerse y descubrirse, aprenda de y con sus emociones y qué le llevan a hacer, validarlas y ponerles nombre para las próximas veces.

Como no se sabe acompañar una emoción desagradable (porque nos irrita, vemos sufrir al/la niño/a, etc.) en la mayoría de los casos, actuamos de forma incorrecta para intentar educar, como por ejemplo:

– Hacer pedir perdón cuando el/la niño/a le hace algo a alguien.

Esa manía tan dañina para la/el niña/o está a la orden del día: “pídele perdón y dale un beso”. Eso solo enseña a no ser sincera/o, a actuar para tener el reconocimiento del/la adulto/a pero sin saber porqué piden perdón. ¿Cómo lo hacemos entonces? Pues formulando las tres preguntas clave de forma adecuada para cada edad:

1. ¿Te gustaría a ti ese trato?

2. ¿Crees que le gusta a esa persona ese trato?

3. ¿Qué podríamos hacer para hacer sentir mejor a esa persona a la que hemos dañado?

– Que den las gracias.

Os parecerá demasiado sencillo pero la única forma de tener hijos agradecidos es ser agradecidos con ellos. Dar las gracias por todo lo que se quiera agradecer, por su ayuda, su apoyo en algo, etc. Y ocurre la magia…el niño aprende a dar las gracias por todo. Prueba y me dices.

– Pedir las cosas por favor

No tiene truco, más de lo mismo. En definitiva es dar ejemplo, que parece fácil pero no lo es tanto, ¿verdad?

Te dejo artículos relacionados con el tema para darte más luz, seguro te ayudan!

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Mo Queralt

LAS 5 CLAVES QUE DEBEMOS SABER PARA CRIAR EN ARMONÍA

LAS 5 CLAVES QUE DEBEMOS SABER PARA CRIAR EN ARMONÍA

¿Crees qué es posible que en una sociedad a contra reloj, haya lugar para la felicidad familiar? Por supuesto que si y justamente hay 5 puntos que considero muy importantes a tener en cuenta si quieres convivir felizmente en familia, existen muchos más, evidentemente, pero estos cinco son imprescindibles para llegar a respirar tranquilamente y poder relacionarte de una forma sana en el entorno familiar. Para empezar saber que:

“La felicidad no es la ausencia de problemas,

sino la habilidad de salir adelante con ellos”

  1. La fórmula de la felicidad

Pues no existe ninguna fórmula universal, ¡por suerte! Aunque te quieran vender que hay una forma de tratar los problemas que nos sirva a todas/os por igual. Pero si que creo que existe una fórmula de la felicidad para cada familia; para algunas personas es tener tiempo y poder descansar, para otras disfrutar de las/os niñas/os, para otras familias poder dejar a sus hijas/os con las/os abuelas/os y hacer alguna escapadita, para otros no tener que madrugar cada día, para otros no discutir…

Cada familia debe crear su propia fórmula y sobre todo tener cuidado con utilizar las fórmulas de las/os demás, ya que no tienen porqué funcionarte a ti, incluso te complicaría las cosas.

 

  1. Lo que NO es cierto sobre la crianza

– Criar es fácil si sabes cómo.

Y un huevo. Eso es una mentira tan grande como una catedral. Ni con la más avanzada tecnología, ni con el mejor libro de instrucciones, la crianza es más fácil. Es más, todo eso puede complicarla. Y también es verdad que puedes complicártela mucho –bueno, la sociedad nos la complica, con sus consejos, normas y su forma de definir a las/os niñas/os como tiranas/os o manipuladoras/es- .

Criar es un poco más fácil si te relajas, si disfrutas, aprendes, aceptas y reconoces que las/os niñas/os son seres que crecen, evolucionan y que te necesitan para desarrollarse.

– La misma situación es para todos igual.

Para nada. Un/a niño/a puede tener una “pataleta” en el supermercado y cada padre o madre verá esa situación de una forma distinta. Unas/os lo verán como un reto, otras/os como una amenaza, otras/os como una fase normal que vive su hijo/a que exterioriza una emoción, otras/os sentirán vergüenza ajena…pero la situación es exactamente la misma objetivamente hablando.

– Para ser feliz tienes que esforzarte mucho más.

Precisamente es todo lo contrario. Si permites, aceptas y conoces los ritmos naturales de tus hijas/os, todo se vuelve más fácil y entendedor y de esta forma te estresas y angustias menos, porque sabes que es normal lo que está pasando.

– Las rutinas, instrucciones, horarios y tener mucha información, facilita la crianza.

Pues depende ya que muchas veces la dificulta. Evidentemente debemos estar informadas/os pero es todavía más importante aprender a discriminar tooooda esa información venga de donde venga, sean libros, la televisión, internet, la radio, médicos, la vecina, los amigos, etc. y buscar la que más nos convenga y sea respetuosa con nuestras/os hijas/os y la familia en general. Saber comparar, corroborar y decidir sobre cómo quieres educar y criar a tu prole.

  1. Los enemigos de la felicidad

– LAS RUTINAS INFLEXIBLES Y LA PRISA.

Poner rutinas y crear hábitos puede estar muy bien, pero cada niña/o es un mundo y lo que les va bien a unas/os les va mal a otras/os. Dicen que un baño calentito, un masaje y un cuento es ideal para antes de ir a dormir. Pues mi hija se activaba después de todo eso y tuve que empezar a bañarla por las mañanas. Las prisas no son buenas aliadas de las/os niñas/os y tendremos que aprender a lidiar con ellas si queremos que vayan aprendiendo. Tal vez puedes salir de casa un poco antes para prever que se entretenga con un caracol subiendo por la pared, una piedra bonita que vea en el suelo o vaya dando saltitos como una rana.

– CONSEJOS DE TERCEROS

Más que los consejos, el enemigo de la felicidad sería seguirlos. Si pretendes hacer caso al pediatra sobre cómo dormir con tu hijo/a, a la vecina sobre cómo alimentarlo/a, a tu mejor amiga sobre cómo educarle/a, etc. puedes volverte loca/o tu y las/os niñas/os.

– ADULTOCENTRISMO

Pretender que las/os niñas/os duerman, coman y se comporten como adultas/os es incoherente, injusto e ilógico. Pero se practica continuamente. Se les pide que estén quietas/os, que no hablen fuerte, que sean ordenadas/os, que coman en silencio, etc. Si hace todo eso sin rechistar, como sociedad tenemos un problema…

– CASTIGOS, AMENAZAS E IMPOSICIONES

Una de las mejores formas de cargarte la felicidad familiar es hacer cumplir órdenes, muchas veces sin sentido. El castigo no enseña nada más que miedo, las amenazas solo complican las cosas e imponer nuestras exigencias sin tener en cuenta las necesidades de las/os niñas/os creará futuras/os adultas/os infelices.

– LÍMITES Y NORMAS

Necesarios a veces, contraproducentes otras. Mejor enseña valores y principios y te aseguras el tiro. Existen los límites naturales y las normas, si las cumplen todas/os en casa, pues vale. Pero hay límites sin sentido y normas que se ponen solo para recordarle al/la niño/a que somos más mayores y listas/os que ellas/os. Evidentemente no permitirás que se desate la sillita del coche ni que juegue con un cuchillo de cocina, pero eso son más que límites, son situaciones de peligro mortal.

  1. Entonces, ¿Cómo llegar a la felicidad en familia?

– GESTIONANDO LAS CREENCIAS LIMITANTES.

Para empezar debes conocer las propias. Son los sentimientos de incertidumbre de lo que se cree cierto sin saber si lo es de verdad. Vienen transmitidas por la educación de nuestras/os madres y padres, las enseñanzas en la escuela, la cultura en la que vivimos, de los medios de comunicación (TV, Internet,…), de las experiencias vividas… y condicionan a la hora de comportarse o tomar decisiones sobre cómo criar a los/las hijas/os.

Reflexionar sobre las posibles creencias limitantes que tienes en tu vida, te ayudará a elegir mejor los caminos que quieres tomar y para hacerlo debes ser escéptico/a (no creerte nada y dudar de todo), romper esas creencias que no te ayuden a vivir feliz y cambiar tu realidad con nuevas creencias que os vayan bien a todas/os.

Una buena forma de romper creencias limitantes es criar en tribu, con otras mamás afines a tu forma de criar, ya que no eres la única mamá que siente que va a contracorriente.

Podemos poner algunos ejemplos de creencias limitantes que si compruebas puedes romper simplemente con el sentido común o buscando información al respecto:

  • La leche materna no alimenta a partir de los 6 meses
  • El castigo funciona para educar
  • Dormir con las/os niñas/os puede tener repercusiones negativas
  • Las/os niñas/os no entienden los conflictos ni saben como resolverlos
  • Un/a niño/a debe comer de todo
  • Las/os niñas/os no saben ni pueden ser responsables
  • Las/os niñas/os deben dejar de llevar pañales a los 18 meses
  • NUNCA consigo lo que quiero con mi hijo/a (Pista: “Nunca” es imposible)
  • SIEMPRE se lo estoy dando TODO (Pista: “Siempre” y “todo” es imposible)
  • Mi hija/o SIEMPRE consigue lo que quiere
  • Las/os demás madres y padres son mejores que yo
  • El/la pediatra siempre tiene razón
  • Debo ganar siempre yo, si no las/os niñas/os te manipulan

– EVITANDO LAS COMPARACIONES

Siempre nos encontramos con las dichosas comparaciones. Las criaturas de los demás son eso, las criaturas de los demás, no las tuyas. Ni siquiera las/os gemelas/os son iguales de carácter y personalidad, ¿Cómo va a serlo tu hijo/a y el/la del/la vecino/a?

Las comparaciones son odiosas en todas sus formas y pretender ser felices haciéndote y aguantando comentarios del tipo “el hijo de María duerme 5 horas seguidas”, “la hija de mi amiga come de todo y solita”, “el hijo de la vecina mama cada 7 horas”…solo te provoca angustia por creer que tu hijo/a no es normal.

Si quieres empezar a ser feliz en familia, las comparaciones no pueden tener cabida en tu vida.

– LA GESTIÓN ADECUADA DEL TIEMPO.

También es muy importante para ser más feliz. La conciliación laboral no siempre es fácil, sobre todo si quieres dar el pecho a demanda, pasar todo el tiempo posible con tu bebé u organizar el hogar.

Una buena planificación para encontrar el tiempo que necesitas, te facilitará llegar a la felicidad un poco más, ya que el estrés y las prisas no son buenos amigos de la misma. Gestionar el tiempo con los/las niñas/os también ayuda a llegar a todos sitios; además de tener en cuenta: ¿calidad o cantidad?.

Una buena forma de pasar tiempo con ellas/oss es promover la integración de la educación en casa –poner la mesa en familia, recoger la ropa del tendedero, fregar algún plato…- incluirles en la gestión del hogar les da la oportunidad de sentir que forman parte de un equipo. No tiene que ayudarte a poner la mesa, la mesa se pone porque todos comemos y sois una familia.

También debes pensar en ti y buscar pequeños momentos para cuidarte y mimarte. Que no te dé reparo pedir ayuda. Mucha gente de tu alrededor estaría encantada de darte apoyo, estoy segura.

“Tu hijo es el reflejo de tus problemas o de tu estabilidad emocional,

por eso es importante trabajar con nosaltr@s mism@s

para que no afecte a l@s niñ@s”

– SOPESAR Y CUESTIONAR LOS CONSEJOS

Ya lo he comentado antes. Mucho cuidado con los consejos. Siempre agradecidos y bienvenidos, pero no por eso debes seguirlos y mucho menos si no te convence esa forma de actuar que te proponen, porque….

  • Provocan culpabilidad

Si no sigues los consejos, te puedes llegar a sentir culpable, pero si los sigues, también. Pues haz lo que te dé la gana, ¿no?

  • La madre y el padre perfectos no existen.

Pero eres la madres/padre perfecta/o para tus hijas/os. Sois las/os mayores expertas/os en ellas/os y los mejores padres que vuestras/os hijas/os puedan tener.

  • Informarse antes de actuar

Y encontrar lo que te conviene a ti y a tu familia. Sé un poco curioso/a y si la vecina te dice que tu hijo/a no es normal que duerma menos de 4 horas seguidas con 5 meses de vida, busca información al respecto y comprueba que no sea una creencia limitante y evitarás preocuparte y marear a tu pobre bebé.

  • Seguir los consejos de terceras personas puede mermar la confianza en ti misma y el verte capaz

¿Qué harías si te quedaras encerrada con tu bebé en tu casa por un ataque zombi? Pues criar a tu manera. Y no creo que lo hicieras nada mal. Un/a pediatra sin formación en lactancia materna NO puede asesorar sobre el tema (y la mayoría no está formado), una vecina que nunca ha tenido hijas/os poco puede aconsejar sobre las/os tuyas/os y así es el cuento de nunca acabar.

Volvamos a lo de antes: comprueba toda la información que recibas del exterior y analízala.

– ESCUCHAR EL INSTINTO MATERNO (O PATERNO)

  • Mitos y tabús.

Hay muchos, muchísimos en torno a la crianza y pueden complicarte la crianza hasta tal punto de no creer ni en ti misma como madre/padre ni en tus hijas/os como seres maravillosos que solo buscan el bienestar. Rompe toda esa información que te daña y serás más feliz.

  • Confía en tu instinto

Que te fallará menos (o nunca!) que hacer caso de los consejos de otras personas. Si ves a tu bebé llorando y tienes la necesidad de cogerlo, hazlo. ¿Te puedes equivocar? Por supuesto. Pero haciendo caso de otros consejos, también y encima con la mala consciencia de haberlo hecho sin quererlo realmente.

  • Sentido común e intuición.

Más de lo mismo. Pocas veces falla seguir lo que te dicen las tripas. No solo eres instinto pero lo utilizas muy poco y cuando somos mamás o antes de serlo, lo tenemos desarrollado a niveles brutales y nos ayuda a tomar mejores decisiones a la hora de criar.

– CONFIAR EN TUS HIJAS/OS

Confiar en sus ritmos naturales, en la evolución adecuada a la edad de cada uno/a y en su desarrollo. Solo tienes que observar y despreocuparte un poco. Te dejo ejemplos de cambios que hacen naturalmente sin necesidad de nuestra intervención (o mínima) y que nos provoca estrés pensar en ello y que quizás no sabías son:

  • Retirada de pañal.

La maduración neurológica del sistema nervioso de los esfínteres ocurre entre los 18 meses hasta los 5 años de edad de media. Es norma llevar pañal hasta entonces. Se lo quitan solas/os.

  • Comer sólido.

En cuanto cumple con los requisitos, a partir de los 6 meses aproximadamente, puede sentarse en tu regazo o la trona y experimentar con la comida. No hace falta hacer purés.

  • Caminar.

A partir de los 9 meses hasta los 2 años. Hasta entonces, no debemos preocuparnos si no hay nada más.

  • Dejar el pecho o el biberón (o el chupete).

Las/os niñas/os se destetan cuando no necesitan el pecho o el biberón. No hay más, no puedes obligar a mamar a un/a niña/o.

  • Ser independientes.

Parecerá raro pero la dependencia provoca independencia, es decir, si la criatura se siente segura y confiada cerca de su mami, en cuanto se siente preparada se aleja paulatinamente, sola, sin presiones, sin prisas y sin nuestra intervención.

  • Lenguaje y habla.

Nos preocuparemos de que no hablen bien a partir de cierta edad, rondando los 4 años, aun así hay niñas/os que entonces todavía no pronuncian la S o la R, por ejemplo. Dicen que Einstein no habló hasta los 4 años.

  • Dormir solas/os.

Las/os niñas/os se van de la cama familiar (si duermen en ella) cuando necesitan su espacio e intimidad, ¿O crees que dormirá contigo tu hijo/a adolescente de 15 años? (que tampoco tiene porque ser un problema…)

  • Explosiones emocionales.

O como las llamamos comúnmente las pataletas, rabietas, berrinches…Son normales hasta los 5 años de media, si se prolongan mucho más puede deberse a que de pequeña/o no se le permitió expresarse, corrigiendo o intentando frenar esas pataletas al creer que son negativas. Se debe permitir aliviar las frustraciones para que vayan gestionando y evolucionando.

“Tiempo y cariño.

Cualquier animal cría a sus hijos y gran parte del tiempo

lo hace desde el instinto.

Lo que no puede ser es que estar con nuestros hijos

sea “una pérdida de tiempo”.

A un hijo no se le quiere solo por el hecho de ser hijo tuyo,

si no porque pasas mucho tiempo a su lado… y te ENAMORAS.

Entonces sabes qué hacer, sin necesidad de ningún método ni instrucción”

Carlos González

Deja de darles prisa, permite que puedan ir a su ritmo y no conviertas a tus hijas/os en presa/os de la prisa, ni de los horarios, ni de los relojes ni de las/os adultas/os ya que:

“Cada niño tiene un ritmo de desarrollo.

Presionarlo para que vaya más rápido

es como hinchar un globo más allá de sus posibilidades.

Cualquier día…explotará”

– LA EDUCACIÓN VIVA

  • El juego para aprender. La mejor herramienta y recurso que puedes tener para enseñar a tus hijos/as y motivarles/as a recoger o participar en casa. Cuando las/os niñas/os juegan, trabajan. Tenemos que darle al juego la importancia que merece.
  • En lugar de utilizar castigos y amenazas –que no enseñan absolutamente nada, solo a temer al/la adulta/o- utilicemos el ejemplo y la imitación, que se integra profundamente y es la mejor forma de aprender.
  • Tratarles/as como a iguales. ¿Cómo nos gustaría ser tratados a nosotras/os? Pues eso.
  • La vida familiar. Participar en todo lo que se haga en casa enseña a ser responsables del hogar.
  • En la educación debe haber un gran lugar para el AMOR, la comprensión, el entendimiento y la empatía. Pensemos que el amor es como un boomerang: si enseñamos con amor y hacemos felices a nuestras/os hijas/os, ellas/os lo harán a su vez.

“El medio más seguro para  hacer

nuestra vida feliz,

es hacérsela feliz a los demás”

Graf Körner

  1. ¿Qué nos hace felices?

Si nos hace felices hacer felices a los demás, pues adelante. Pero si te preocupa que darle todo lo que pide a tu hija/o pueda ser contraproducente, puedes seguir esta sencilla norma que te ayudará a saber si “malcrías” o no:

Puedes darle a tu hija/o todo lo que pida si es una necesidad vital, es decir, si pide agua, atención, aúpa, teta, dormir contigo, un abrazo, cariño, etc. Pero si son cosas materiales como juguetes en una tienda, pues decide si quieres o puedes dárselo y si no quieres y tiene una “pataleta” pues permites que saque su frustración y se alivie. Cubrir las necesidades vitales de las/os hijas/os, la crianza respetuosa y criar con amor es una grandísima inversión de futuro.

Hacer lo que te hace feliz te proporcionará bienestar a ti y a las/os demás y no puede haber nada malo en ello, en cambio si le das un cachete e inmediatamente te sientes mal, hay algo que no haces bien seguro.

Así que finalmente se llega a la conclusión de que:

No existe “sacrificar tu vida” por tus hijos. Eso les genera culpa.

Por el contrario, asegúrate de vivir una vida que tus hijos quieran imitar.

Descubre tu propia felicidad y vívela. Eso aprenderán tus hijos de ti…

Gracias por promover la crianza respetuosa y hacer de este mundo, un mundo digno para las/os niñas/os, os deseo una crianza muy feliz!

Mo Queralt

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