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Durante la infancia, los bebés y niñas/os pasan por una serie de hitos evolutivos que no se pueden evitar, pero podemos paliar el sufrimiento por el que pasan y procurarles un proceso más tranquilo. El desarrollo de su cerebro está en juego, aunque haya algunas criaturas que parece que no pasen por esa etapa, o lo hagan muy sutilmente.

La angustia de separación o apego ocurre aproximadamente a partir de los 8 meses de edad hasta los tres años. Si la gestionamos con respeto, al igual que hitos evolutivos como las “rabietas”, pasarán sin darte cuenta y puede que ya no lo veas antes de los tres años.

Este término lo creó el famoso psiquiatra John Bowlby, junto al concepto de la teoría del apego, que considera que el vínculo de madre-bebé es una necesidad vital y primaria, eso significa que su desarrollo a persona adulta no será igual sin un proceso de vínculo sano.

Ocurre que, si el bebé nota que el vínculo con su referente de apego corre peligro al perderlo de vista o al alejarse, se desencadena la angustia de separación.

Esto se sabe porque el bebé presenta una serie de acciones o señales para evitar la separación y para mantener un vínculo con su cuidador/a que garanticen su supervivencia. Señales que todos conocemos: llorar, buscar contacto ocular, acercarse a su madre o agarrarla, seguir con la mirada, succionar…

Las respuestas que esperan y que determinan un desarrollo saludable son las siguientes:

Atención inmediata – Interpretación – Anticipación – Comunicación – Contacto visual y físico.

Si no se responde a estas señales atendiendo al bebé o niño/a, puede resultarle una experiencia muy estresante, ya que la separación de su madre o cuidador primario lo vive como una amenaza para su propia supervivencia. El mecanismo es innato en los recién nacidos para ayudarles a sobrevivir.

 

¿Por qué aparece?

Cuando una criatura entiende la relación con su entorno y va descubriendo y aprendiendo que no es una extensión de su madre (principalmente), se asegura la atención, alimento, contacto, etc. a través del llanto cuando se aleja su figura de apego referente. Lo que nos lleva a entender el porqué se despierta más a menudo que antes de noche.

Este hito supone no querer estar en brazos de otras personas, aunque sean conocidas –temiendo incluso a las personas desconocidas- y principalmente solo con la madre (si es su cuidadora principal). Nos demuestra que conoce perfectamente a las personas de su entorno.

Suele ocurrir con cambios durante el día, sutiles a nuestros ojos, pero importantes para ella/él. Cuando empiezan a gatear es cuando más podemos observarlo, ya que puede desplazarse.

Margot Sunderland, psiquiatra infantil, en su libro “La ciencia de ser padres” (página 79), describe muy bien lo que sucede en el cerebro del bebé:

“Los bebés pueden ser muy sensibles a la separación cuando llega la hora de dormir. 

Si quedarse solos les produce ansiedad, la glándula pituitaria de su cerebro envía una hormona (ACTH) a las glándulas adrenales, que responden secretando altos niveles de cortisol, una hormona estresante. 

Estudios realizados en otros primates demuestran que, cuanto más prolongado es el periodo de soledad, mayor es el aumento del nivel de cortisol. 

Cuando disminuían los signos externos de agitación, el nivel de cortisol permanecía elevado o aumentaba más. El posible efecto a largo plazo de la reiterada ansiedad de la separación es una extrema sensibilidad al estrés. 

A los adultos que lo padecen les resulta muy difícil tranquilizarse.  Los niños que reciben consuelo y contacto físico sosegador a la hora de acostarse producirán oxitocina y opioides en su cerebro”.

Tenemos que entender que la figura de apego será un “hogar emocional” al que volver cuando se van alejando, además lo hacen cada vez más y pueden no darse cuenta hasta pasado un rato cuando la madre está “demasiado” lejos.

El bebé irá ampliando su círculo a cada vez más personas y llegará a sentir esa angustia al separarse del padre, la pareja, la abuela o con quien vaya teniendo más contacto.

Habrá gente que te dirá que un bebé no debería llorar ni resistirse cuando se aleja de su madre y que si lo hace, quiere decir que está malcriado o sobreprotegido.

Pues ya podéis decirle a estas personas que eso carece de fundamento alguno, es más, el bebé que no se inmuta ante la partida de su madre o cuidador principal puede suponer que tenga un problema psicológico referente al vínculo. Lo normal y PREFERIBLE es que llore, grite y se retuerza enérgicamente a cualquier tipo de separación en las ocasiones mencionadas durante los primeros tres años de vida y que la aceptación sin más por parte del/la niño/a de la partida de la madre debe hacernos sospechar…

¿Cómo suelen actuar los bebés y niñas/os con angustia de separación?

– En bebés más pequeños: Lloran desconsolados, de desesperación, “exageradamente” -por lo menos comparado con sus lloros más habituales por otras razones- cuando la figura referente se pierde de vista, más despertares de noche, resistencia al ir a dormir…

– En criaturas un poco más mayores: preocupaciones exageradas por daños que puedan sufrir otras personas cercanas, miedo a que no regresen si se van, negarse a ir al colegio (intentan pasar más tiempo con la figura de apego), no querer dormir fuera de casa, pesadillas, malestares o quejas somáticas (dolor de tripa, etc.)

También es cierto que sobre los dos años baja un poco la intensidad con la que ocurren estas crisis, ya que es capaz de entender que volverá su referente.

¿Cómo ayudamos a superarla?

Con toneladas de paciencia y entendimiento, pensando que no lo hacen para molestar ni fastidiar.

Manteniendo un contacto físico frecuente con besos, abrazos, contacto visual…Cuanto más contacto, mejor (si va a la guardería intentará compensar el tiempo que no ha pasado contigo), por ejemplo porteándolo, hablar con él/ella aunque no te vea (si por ejemplo está en la trona y te vas a la cocina), dejarlo con alguien muy conocido para sentirse vinculado, despedirse y saludar después de salir, dormir con él/ella o lo más cerca posible..

Juegos para superar la angustia de separación

Estos juegos ayudan a los bebés y niñas/os a superar la etapa de separación. Gracias a ellos se enfrentan al miedo de perder a mamá. Con estos juegos la ven desaparecer y aparecer y les enseña a reconocer la situación y controlar el miedo. Eso no quiere decir que no vayan a vivir la angustia de separación, pero sí que puede paliar el estrés que supone para él/ella:

CU CÚ

El típico juego de taparte la cara con las manos y aparecer diciendo CUCÚ! Si se observa que el bebé se asusta, no deberíamos hacerlo.

NO ESTOY

El bebé a esta edad cree que si se tapa los ojos no existe y nadie le ve. Es lo mismo que el cucú pero haciéndolo él. Lo importante es seguirle el juego y preguntar “¿dónde está mi niño?» y sorprendernos cuando quite las manos de la cara.

EL ESPEJO

Jugar delante de un espejo ayuda mucho durante la etapa de reconocimiento (en las habitaciones Montessori siempre hay un espejo al lado de la cama para facilitar este proceso), peeeeero no será capaz de reconocerse más o menos hasta los 18 meses de edad.

EL PELUCHE QUE DESAPARECE

Coger alguno de sus peluches favoritos y atarlo a una cuerda suave.

Jugar escondiendo el peluche por detrás de algún objeto, una mesa, dentro de una caja, o de una bolsa… animándolo para que tire de la cuerda y descubra qué hay detrás de ella. O esconderlo detrás de un cojín y preguntarle dónde está.

¿DÓNDE ESTÁS?

Jugar a esconderse detrás de la puerta o de muebles mientras tu hija/o mira, luego llamarlo para que busque. Este juego le dará confianza suficiente para afrontar las partidas. Poco a poco será él/ella el que se esconderá y la mamá tendrá que buscarlo. La criatura tiene que ver siempre dónde se ha ocultado. 

Si se asusta con alguno de estos juegos, dejamos de jugar un tiempo y volvemos a probar en un tiempo.

En definitiva: acompañarle/la en el proceso para hacérselo todo más fácil y esperar a que acabe pronto. Evidentemente nos encontraremos con algunas dificultades si el bebé va a la guardería o hay cambios de hogar, nuevas/os hermanitas/os, nuevo colegio, nuevas parejas…en estos casos debemos ser más sensibles y comprensivos y entender que lo hacen para sentirse seguras/os y confiadas/os para un futuro.

Mo Queralt

 

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