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Las mentiras de los niños no dejan indiferente. Parece no importar la edad en la que mienten, una mentira es una mentira y no se pueden permitir. Pues voy a desmentir precisamente esta creencia!

Cuando un niño se siente frustrado, está enfadado o quiere llamar la atención, puede mentir. Todos lo hacen y todos lo hemos hecho en algún momento de nuestras vidas, para evitar represalias del jefe o de la pareja, para conseguir lo que queremos o para sentirse bien con uno mismo. Los niños no son muy diferentes a la hora de mentir, con algunas diferencias importantes.

¿Por qué mienten los niños?

Los niños mientes de dos formas, intencionadamente, sabiendo que mienten, y con las mentiras llamadas NATURALES. Las mentiras naturales viene de la fantasía y la espontaneidad del niño y suceden en edad inferior a los 5 años, no nos deben preocupar en absoluto ni debemos condenarlas. Os aseguro que son muy importantes para su desarrollo mental, ya que trabajan las realidades alternativas o crean fantasías para acabar creyendo de adultos en su propia realidad y la del resto de personas de su entorno.

Cuando el niño vaya creciendo y pasando de los 5 años ya tiene menos imaginación que antes y deja de recurrir a las mentiras naturales como proceso normal de su edad.

Vamos a ver las mentiras intencionadas, en las que saben que mienten y con un propósito, debemos saber que mienten:

  • Por imitación. Ésta es la principal razón por la que mienten: imitando a los demás. Normalmente imitando a sus padres que son los referentes más directos, después por los maestros, los amigos, etc. Realmente es por la admiración que sienten por ellos e intenta copiar su comportamiento, muchas veces sin saber que eso no está bien o con el pretexto de que «tu también lo haces , mama!» entonces no puede estar mal, ¿verdad?.En estos casos no podemos condenar la mentira ya que no hay ningún beneficio en ello, por poner un ejemplo, pueden oír frases del tipo «Dile que no estoy». No nos sintamos culpables, pero seamos conscientes de que nuestra conducta en torno a las mentiras incitan al niño a actuar de una forma que creen modélica por venir de los adultos.
  • Por miedo. La mente de los niños es fabulosa, los adultos tenemos que hacer un gran esfuerzo para lo que los niños hacen de una forma sencilla y fácil. Si el niño siente miedo o terror, digamos, irracional, hacia algún acontecimiento, pueden mentir para crear una realidad paralela para no tener miedo. ¿Nos lo aplicamos?
  • Por necesidad de aparentar o sentirse/creerse mejor. Las mentiras sobre nuestro físico, cualidades o carencias, les sirven para ser aceptados por los demás; querer ser valorado o envidiado puede provocar las mentiras, con ejemplos tan simples como: profesión de los padres, dónde viven, dónde viajan, los animales que tienen…
  • Para librarse de un castigo. Mentira que puede perfectamente evitarse si no castigamos. Determinará cierto comportamiento el hecho de mentir en beneficio, nada malo si lo utilizan como recurso para evitarse una reprimenda física o castigo que creerán superior al «crimen» cometido. Por ejemplo: «si digo que me lo he comido todo, me darán lo que quiero», «Si digo en el cole que no he podido hacer los deberes porque mis padres no estaban en casa, me evito un castigo»… Si el niño consigue beneficios mintiendo, lo utilizará sin mesura ni control, llegando a ser parte de su personalidad. Es la mentira que menos debemos alimentar, eliminando todo castigo y buscando alternativas a éstos. Aquí te dejo un artículo sobre el tema que seguro te ayuda: Enseñando con el premio castigo 
  • Por necesidad de cambios. Cuando el niño tenga problemas en el colegio, a la hora de hacer amigos, conflictos en el hogar…recurrirá a la mentira para cambiar aspectos de su vida. 

¿Qué debemos hacer? 

Fácil. Encontrar el motivo que le hace mentir, la causa por la cual necesita hacerlo, ya que si lo dejamos pasar puede originarse un trastorno emocional que afecte a su desarrollo. No les culpemos, ni recriminemos su actuación, eduquemos, sentémonos a su lado a explicarle las posibles consecuencias, con lo que se pueden encontrar, lo que pueden perder (la confianza de los demás, el respeto…). Además, cómo hemos explicado, dependiendo de la edad, la mentira gana o pierde importancia, veamos:

La mentira según la edad

  • En niños menores de 3 años. Como los niños de esta edad no saben diferenciar entre la realidad y la fantasía, la mentira y la verdad al fin y al cabo, no podemos considerar que están mintiendo, solo ven «su verdad», y se irá basando en sus experiencias y vivencias durante su desarrollo.
  • En niños de 3 a 5 años. A esta edad empiezan a mentir pero, ojo, inconscientemente, no con intención de engañar ni obtener un beneficio propio, todavía no diferencian entre la realidad de mentir y decir la verdad. Además no entienden el sarcasmo y la ironía, conceptos que denotan «mentiras» a ojos de los niños. A esta edad también empiezan a ver como la mentira funciona y la utilizarán de «válvula de escape» si se ven presionados por los adultos. También siguen imitando las mentiras de los más cercanos.
  • En niños a partir de los 5-7 años. Ahora ya encuentran un significado a la mentira y conocen la diferencia entre decir la verdad y mentir, ya para obtener un  beneficio o le ayude a evitar un conflicto. Sobretodo las causas más frecuentes para mentir son:

– La presión de los adultos, sobretodo de los padres, profesores…que desean una conducta determinada del niño, que puede estar sometido a demandas muy por encima de su naturaleza y su etapa de desarrollo o evolución cognitiva.

– Por la imitación de los más cercanos, sigue siendo un motivo importante.

– Por tener baja autoestima. Ya sabemos lo vital que es que el niño se sienta querido y se quiera para no tener la necesidad de mentir.

– Para conseguir un beneficio. Normal y necesario si observa que la verdad no soluciona sus problemas.

– Por falta de cariño. Los niños mienten para conseguir atención, si tristemente no la consiguen diciendo la verdad.

– Para recibir atención en un momento dado. Pedir ayuda sin que haya peligro, exagerar… 

¿Cómo intervenimos ante la mentira?

No hay fórmulas mágicas para conseguir que los niños no mientan, pero sí formas que pueden empeorar la situación, o pautas con las que podemos evitar más problemas, veamos:

  • Dar ejemplo. Ahí va la más importante. Si tu no mientes, difícilmente mentirá tu hijo, por mucho que vea mentira fuera, en casa todo se consolida, no lo dudes! Sé un modelo de referencia.
  • Enseñar las consecuencias de las mentiras. Con cariño, respeto, escucha y entendimiento; explicar qué ocurre a su alrededor cuando se miente, sin culpabilizar en ningún momento. Responsabilízale, no le hagas sentir culpable, la culpabilidad no enseña absolutamente a nada y conseguirá que mienta la próxima vez para evitarla.
  • Refuerza la autoestima y la autoconfianza. Si miente para buscar aprobación de la familia o amigos, refuerza su identidad, hazle sentir valioso e imprescindible en el núcleo familiar. Y sobretodo, díselo.
  • No castigues. El castigo implica más y más mentiras. Si no castigas y en lugar de eso educas, el niño no tendrá motivos para mentir para evitar ser castigado. Así de simple. Además reflexiona sobre una cosa: la idea de mentir para evitar el castigo es mayor que la de entender la buena conducta de decir la verdad.
  • No te rías ni te burles. Sus mentiras tienen un propósito benévolo, no son dichas con maldad o para herir y hacer daño. Además si nos reímos de las mentiras inocentemente el niño puede ver que es algo gracioso y lo utilice para gustar a los adultos sin darse cuenta de que no es correcto mentir.

En definitiva, las mentiras no deberían ser un problema si las tratamos como parte del proceso evolutivo del niño y las gestionamos con cariño cuando aparezcan, de no ser así, si castigamos, humillamos y amenazamos conseguiremos mentiras cada vez más elaboradas que llevarán al niño a ser un adulto hipócrita y embustero.

Mo Queralt

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