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Si siempre has creído que tener un/a hija/o obediente es de envidiar y para sentirse orgullosa/o ya te digo que estás equivocada/o por completo.

Un/a niño/a que se ha pasado la vida recibiendo órdenes no puede ser capaz ni de darlas de adulta/o coherentemente (dará órdenes sin motivo, como le han enseñado) ni será capaz de disciplinarse, esperando siempre que alguien lo haga por él/ella.

Si hacen caso al “porque lo digo yo” sin darle razones ni permitir que se cuestione los porqués, obedecerá a ciegas porque es lo que debe hacer, lo que se le ha enseñado y no sabrá distinguir entre lo que necesita, lo que le sienta bien o lo que le hace sentir mal, solo sabrá lo que debe hacer por orden de terceros.

¿Qué buscamos exactamente con que sea obediente?

Muchas familias me dicen lo mismo: “Quiero que sea obediente, pero que de adulta/o sepa liderar y no se deje engañar ni pisotear por nadie”

Pues empezamos mal promoviendo en el hogar algo que no queremos que se cumpla. Se pretende que sea un/a niño/a ejemplar en cuanto a obedecer a las/os madres/padres pero de mayor haga todo lo contrario.

De esta forma se consigue un/a niño/a y futuro adulto/a con una baja autoestima que no conocerá ni sus propias necesidades ya que el pensamiento principal siempre será “yo no sé cómo hacer las cosas y tomar la iniciativa me lleva a repercusiones, negativas y nuevas órdenes”

¿Qué se consigue al tener un/a niño/a obediente?

Una futura pareja obediente. Sin ideas ni pensamientos propios, con grandes carencias emocionales que cree que deben cubrir por él/ella. Difícilmente estará bien en pareja o se sentirá como un igual. Con un gran sentimiento de inferioridad, creyendo que no es merecedor de esa persona.

Un/a adolescente desorientado/a. Con gran dificultad para la toma de decisiones, con inmensas dudas para elegir un camino u otro, para saber qué es lo que le conviene y evidentemente, carne de cañón para adolescentes que tengan dotes de liderazgo insano que conseguirá con esa criatura todo lo que se proponga. Ya te digo que nada bueno…

Un/a trabajador/a al servicio de otras/os. Al ser obligada/o y enseñada/o a obedecer, no creerá que pueda liderar. Seguirá las órdenes de sus superiores y esperará sus aprobaciones continuas.

Un/a adulto/a complaciente. Que no tendrá en cuenta sus propias necesidades ni sabrá satisfacer la de los demás.

Puedes sentirte orgullosa/o como madre/padre de que el/la niño/a haga caso a todo y a todas/os, pero ¿te has preguntado qué pasaría si cae en manos de un pedófilo, una pareja dominante, un jefe cabrón o un/a superior que quiera abusar de él o ella físicamente?

Al aprender a obedecer sin rechistar, no se preguntará si está mal o bien lo que ocurra, solo que debe obedecer porque alguien superior a él o a ella lo ha mandado, ya que la obediencia es arma de doble filo.

“Todo ser humano presenta una resistencia innata a la obediencia, la disciplina anula esa resistencia y, mediante la constante repetición, hace de la obediencia algo natural e inconsciente”

George Patton

Formas de obediencia sin que sean obediencia:

¿Cómo conseguir que cumplan con las normas del hogar o las órdenes que se consideran buenas para ellas/os? Con propuestas, preguntas de reflexión, dar a elegir diferentes opciones, dejando tiempo para pensar, haciendo preguntas que tengan una respuesta lógica…

Te pongo algunos ejemplos que podrás aplicar solo cambiando algunas palabras de las frases:

Recoge ahora mismo tus juguetes

¿Te parece si recogemos esto para poder irnos de paseo?

Le propones la opción que quieres y le cuentas lo que ocurrirá si lo hace, lugar de “¡recoge tus juguetes ya! ¡O no sales de paseo!”

Ponte los zapatos ahora mismo

¿Y si nos calzamos para no pincharnos en los pies? 

Le dices lo que quieres de él y le explicas en la misma frase el porqué lo pides. Explicas el peligro que conlleva no cumplir esa petición.

Cómete el plátano

¿Qué prefieres, plátano, naranja o pera? 

Consigues que coma fruta, ofreces opciones para darle poder para tomar una decisión importante.

Te he dicho mil veces que no juegues con ese cuchillo

¿Qué pasaría si te dejo jugar con este cuchillo? 

Pregunta con reflexión para que piense la consecuencia del acto que quiere hacer y se dé cuenta ella/él misma/o de que lo que quiere hacer no es seguro.

Con estos ejemplos consigues que potencien y trabajen su capacidad de decisión, aprendiendo a distinguir lo que quiere y necesita.

¿Y qué pasa si aun así no “obedece” a lo que le pides?

Yo me preguntaría cuán importante es que obedezcan a esa petición, ¿Cuántas veces se les pide cosas solo por el mero placer de dar órdenes para que sepan que los/as adultas/os somos los que mandamos? Pues muchas más de las que te piensas.

Puedes incluso hacer una lista y preguntarte cual de esas órdenes o peticiones son peligrosas (tanto a nivel físico como psicológico) y si no las cumplen, ¿qué ocurriría?

Haz una lista y deja las peticiones que realmente supongan un peligro incumplirlas. Entonces ocurre lo inesperado: esas peticiones, explicadas y dando los motivos correspondientes, las/os niñas/os las cumplen. Las órdenes coherentes las cumplen.

Entonces consigues que sean conscientes de los peligros físicos, los riesgos del mundo exterior y sepan discriminar.

Permitiendo tomar decisiones, cada vez más importantes, dar responsabilidades e intentar ver a nuestro/a hijo/a rebelde y contestón/na como un/a futuro líder al que guiar, no al que reprimir.

Darles una razón para lo que se les pide, que es lo que queremos o esperamos de ellas/os, después ya gestionas las rabietas y frustraciones que puedan tener de una forma igual de respetuosa. Más abajo te dejo un artículo al respecto por si te interesa saber más.

Por todo esto es por lo que siento una tremenda tristeza cuando veo a esas/os niñas/os pequeñas/os que obedecen a la primera, que agachan la cabeza cuando sus madres/padres o un/a adulto/a les manda algo banal, con la excusa de enseñar a obedecer sin rechistar.

El/la niño/a que es obediente por obligación, no por convicción, corre el riesgo de ser un/a futuro/a humano/a incompetente y sumiso/a.

En lugar de enseñar a obedecer, enseña a dudar, a indagar, a ser curiosas/os y escépticas/os. Que pregunten, que no se conformen con lo primero que oyen y que cuestionen cada orden, que exijan respetuosamente una explicación, motivo o razón para seguir esas órdenes.

Si tu hijo/a ya lo hace, si te pregunta continuamente porqué a todo lo que le pides y se niega muchas veces a obedecer, enhorabuena, tienes un/a hijo/a normal que crecerá bajo la creatividad y no permitirá, a no ser que le den buenas razones, que le tomen el pelo.

Las diez claves imprescindibles para gestionar un colapso emocional (rabieta)

Mo Queralt

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