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Se que no son comparables las personas con los animales en muchos aspectos, pero en muchos otros, si.

Corre sangre por nuestros cuerpos, respiramos, sufrimos si nos dañan…entre otras muchas cosas.

Hace tres meses nacieron en casa dos gatitos de Saira, nuestra gata y compañera. No he dejado de observarla desde entonces: como criaba, ponía límites a sus gatitos, como les alimentaba, como dormía con ellos, etc. Esta madre no se cuestiona absolutamente nada! Hace lo que debe o tiene que hacer como mamá gata.

Parió durante la noche, en silencio, sin gritos de sufrimiento. No le practicaron la cesárea, no necesitó episiotomía, ni le hicieron la dichosa maniobra de kristeller.

Tuvo un parto normal, como deberían tenerlo la mayoría, porque parió sola, a oscuras, con la mínima intervención exterior, sin las molestias de las luces, ni el ruido, ni la gente revoloteando a su alrededor diciéndole qué hacer y cómo ponerse, moverse o sentirse.

No se ha leído (que yo sepa) ningún libro de instrucciones sobre crianza ni educación. Ni su madre ni su suegra están ahí explicándole como criar mejor, ellas lo han hecho sin ayuda.

Esta madre les pone límites a sus gatitos ante el peligro o los desconocidos pero no les chilla, les humilla, les amenaza o les agrede para enseñarles y educarles.

Sus crías no lloran porque no sienten ninguna necesidad de hacerlo, porque no se sienten solas, ni tienen cólicos, ni sienten hambre y si la sienten su madre las atiende al momento.

No ha puesto horarios para dar el pecho cada dos horas y 10 minutos de cada uno.

No se preguntaba, ni se pregunta, cuándo, cuánto, cómo ni dónde dar pecho. No ha tenido grietas en los pezones ni ha sufrido mastitis.

No se pregunta si tendrá suficiente leche ni hasta cuándo les va a dar el pecho, no se pregunta cuándo comerán sólidos ya que los gatitos lo expresaron en su momento.

No se ha separado de sus hijos en muchos días desde que nacieron y no le preocupa que tengan problemas de dependencia ni apego. Tampoco les lleva a una guardería para gatitos por miedo a que no se independicen.

No les ha dejado estar en contacto con otros gatos hasta que han sido suficientemente maduros, sabe cuando es el momento.

Sus amigas gatas del jardín no le cuestionan ni juzgan lo que hace ni como lo hace y el padre de los gatitos no se pregunta porque no se separa de sus hijos o porque sigue dándoles pecho.  

Esta madre duerme con sus hijos, no les hace dormir en otro sitio que no sea lo más cerca de su cuerpo y de sus pechos. No se pregunta cuándo se irán a dormir solos.

 

Sé que no podemos compararnos con los animales, pero las similitudes están ahí, el instinto está ahí, en nuestro interior ya que como mamíferos lo tenemos y lo expresamos en muchos momentos de nuestra vida, pero por alguna razón nos cuesta más exteriorizarlo precisamente cuando más lo necesitamos: cuando estamos criando!

Mi hija les ha llamado Santa Juana y San Martín, dice que son ángeles aunque hayan dejado sus pequeñas manitas llenas de sutiles arañazos. Una acción que tampoco se cuestiona mi hija, sabe que son gatos y se comportan como tal.

Empecemos a comportarnos nosotros como mamíferos que somos y la crianza se volverá mucho más fácil y feliz!

 

Mónica Queralt

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