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Uno de los temas más controvertidos sobre crianza es el sueño de los bebés y niños. Desde que existen las cunas, hace 350 años, la sociedad ha cambiado la forma de dormir de los niños y a día de hoy ya se conocen las graves consecuencias de intervenir en una actividad fisiológica tan importante para el desarrollo humano.

Vamos a pensar con sentido común lo que es (o debería ser) normal según nuestra especie:

¿Cómo, dónde y cuánto debería dormir un bebé? ¿Sabes si tu hijo duerme como debería para su edad?

El engaño de los métodos conductuales

Si quieres que tu bebé duerma del tirón 12 horas seguidas, no hace falta que sigas leyendo, porque yo te voy a explicar porqué eso no es ni normal ni preferible.

Según Ferber y Estivill (que copió su método), los bebés duermen mejor en su cuna. Pero ¿qué es dormir mejor? Si es dormir del tirón, tienen razón, porque los bebés a los que se les aplica estos métodos dejan de llamar a sus padres y se resignan a ello. Y aunque se sepa que el cortisol liberado en el cerebro del bebé al que se deja llorar intoxique y deje huella para su adultez, se siguen proponiendo estos métodos

Vamos a dejar clara una cosa: un sueño saludable no es sinónimo de dormir del tirón ni 12 horas seguidas.

¿Desde cuándo que duerma del tirón es lo mejor para el bebé? Desde nunca. Posiblemente no existiríamos como especie ya que si se despierta de vez en cuando es que le funciona bien el sentido de supervivencia, si no se despierta es que ha aprendido que no van a atenderle.

Despertarse durante la noche le asegura alimentación. Ten en cuenta que el bebé que mama recibe más grasa durante la noche que durante el día, una de las grandes razones por las que es saludable que lo haga.

El bebé nace sabiendo dormir, ya lo hace en el vientre de su madre, ayudado por el movimiento cuando mamá camina, los suaves ruidos de fondo, su voz…

Cosas a tener en cuenta que son normales y nuestra obsesión por querer que se duerman por sí mismos y sin ayuda

Los adultos aprendemos de nuestro entorno cómo comportarnos, cómo comer, cómo dormir…y diferentes protocolos que muchas veces ni nos cuestionamos. Hacemos lo que hace la mayoría porque creemos que es lo mejor, pero no nos preguntamos el porqué es lo mejor, ni quien lo dice o lo avala. Aquí te dejo lo que es normal en los bebés en cuanto a sueño. Lo normal, lo preferible, lo saludable:

Los bebes se despiertan de noche. Por lo menos hasta los 3 años, eso si hemos atendido al bebé cuando nos demandaba. Si se ha aplicado algún método conductista para dormir al niño, seguramente ya duerme del tirón, aunque haya estado llorando unos días para conseguirlo.

Los bebés se duermen a la teta. Si das el pecho sabrás que sigue siendo la forma más efectiva para dormir al bebé. Utilizado desde que existimos y más allá, dar el pecho no suele fallar y sirve para infinidad de cosas. Más abajo te lo cuento en otro artículo ;). Que se duerman al pecho es normal, necesario y pasajero. Si tú lo llevas bien, adelante.

Los bebés se duermen en brazos y/o meciéndolos. Otra buena costumbre de la raza humana y de muchos otros mamíferos, especialmente de los simios. El contacto, apego, mirada, olor de mamá o papá ayuda al bebé a conciliar el sueño. Pocos bebés se resisten. En cuanto los vuelves a dejar en la cuna, cama, etc. se despiertan porque notan que no “estás”.

Los bebés se duermen acompañados. Por la misma razón, Te sienten y te necesitan para desarrollarse. Todos los mamíferos del mundo duermen acompañados y más del 80% de la población humana duerme con sus hijos. Si quieres saber más sobre el colecho más abajo te dejo otros artículos del tema en particular.

Teniendo en cuenta esto, ¿Qué nos hace pensar que pueden dormir solos y sin ayuda?

Es tan absurdo querer conseguir que se duerman sin ayuda como que caminen a los 6 meses o conduzcan a los 5 años. Por alguna extraña razón nos creemos que pueden hacerlo sin consecuencias.

Si todas las crías de mamíferos (si, como nosotros) se duermen a la teta, se duermen en brazos, acompañados, etc y es lo normal, ¿Por qué entorpecemos el sueño saludable obligando a los bebes a dormir solos cuando su naturaleza no lo permite?.

Y tiene sus razones. Podemos provocar una disociación mama-bebé solo con esos absurdos intentos de que duerma sin ayuda.

Realmente los bebés ya duermen en el vientre de su mamá, como decíamos, precisamente acompañados. Acompañados de mamá, su calor, su latido, su vaivén –por eso el porteo es tan cómodo y beneficioso para el bebé-, su voz…

¿Y pretendemos que al salir de mamá duerman solos sin motivo alguno? ¿Qué es lo más parecido al útero de mamá? Pues mamá.

Ya nadie se pregunta por qué en los orfanatos los niños tienen tantas carencias afectivas y ansiedad aun “sabiendo” dormirse solos…

Lo que sabemos es que los padres aplican métodos para dormir a los bebés (aunque no haga falta, ya que acaban por dormir solos y aunque no quieran, ya que ninguno de ellos ha reconocido que le guste ver llorar a sus bebés) por comodidad, por pensar que será lo mejor para él, porque ha oído por ahí que deben dormir solos y del tirón.

¿Cómo duerme un bebé según su edad y cómo podemos ayudarlo a dormir?

Voy a explicar como suele dormir un bebé dependiendo de la edad que tenga, así te haces una idea y valoras si es normal en tu caso.

Eso no quiere decir que tengas que ver todos estos patrones, pero sí que verás muchos o algunos de ellos. Podrás comprobar que tu bebé duerme como debe dormir un bebé de su edad.

¡Vamos allá!

De 0 a 3 meses

Cuando son tan pequeños suele ser relativamente fácil que se duerman, ya que, si están saciados, limpitos, se sienten seguros y además se ha cubierto su necesidad de apego y contacto, se duermen sin ninguna dificultad.

Como a esta edad no tiene aún la capacidad de habituarse a una rutina, cuando lloran es que tienen una necesidad básica y vital que cubrir, o simplemente no tiene sueño y algo le molesta. En ese caso no podemos obligar a dormirse a una persona que no quiere, solo acompañarla.

Si nos fijamos un poco, entre lo que parece ser un caos de sueño, hay cierta “rutina” que el bebé marca según sus necesidades.

Seguramente podremos observar que, sobre todo las primeras semanas, el bebé se suele dormir después de alimentarse. No serán sueños muy largos, incluso intermitentes, pero el bebé tiene más que suficiente para recargar pilas y seguir despierto otro rato más.

Ya que el sueño es a demanda, lo más sencillo sería dormir con él si lo necesitamos (suelen hacerlo de 14 a 18 horas de media)

A parte de los temidos cólicos, estos primeros 3 meses no suelen ser muy difíciles, a no ser que nos los compliquemos intentando métodos, estrategias y trucos varios que oímos por ahí de terceras personas que poco saben sobre el tema…

Las únicas estrategias que van a funcionar (sin hacer sufrir al bebé) son las que vienen de serie con nuestro instinto materno o paterno:

1. Compartir responsabilidades. Alternarse con la pareja para atender al bebé meciéndolo, cantando, porteando, etc y:

– Procurándole un entorno suave y cálido (sin olvidar que el exceso de calor, abrigarlos mucho, es un factor de riesgo de muerte súbita; los bebés, mejor fresquitos). Si comprobamos que nada más tumbarlo en la cuna o cama se despierta, podemos probar a envolverlo en un arrugo y dormirlo en brazos así, al simular el abrazo habrá más posibilidades de que siga durmiendo al dejarlo luego en la cuna o cama.

– Dormirle en brazos siempre que sea posible, es una de las formas más eficaces –junto a la teta- para que un bebé se duerma

– Estar mínimamente relajad@ antes de dormir al bebé, si te nota nervios@ o inquiet@ a él también le costará más dormirse.

– Dormirle con los ruidos y luces típicas de nuestra vida diaria, para que aprenda la diferencia de la noche y el día. No es recomendable dejarle dormido de día en una habitación a oscuras y sin ruidos simulando la noche pensando que dormirán más. Los bebés que oyen, sienten y intuyen a sus padres (en especial a la madre a esta edad) duermen mejor porque saben que estáis ahí. Podemos aflojar la televisión o la música o correr las cortinas si da mucha luz, pero nada más.

– Valorar los despertares nocturnos. Muchas veces los bebés emiten gruñidos o hacen ruidos que parecen ser despertares para comer, por malestar o al estar sucios, pero en pocos segundos vemos que vuelven a dormirse sin más. Evidentemente si vemos que nos necesita pasados unos segundos, es momento de atenderlos. Sino, podemos dejar que sigan durmiendo.

– Atentos a los ruidos blancos. Son los ruidos para dormir, como los latidos del corazón o los ruidos con los que convivía tu bebé en el útero. Mi hijo cogía mejor el sueño si encendía el secador y nunca se ha despertado al encenderlo mientras dormía, ya que lo ha oído desde que se formó en mi vientre, para él es un sonido familiar y calmante.

– Buen clima en el ambiente. Buena ventilación en la habitación donde duerma o dar un paseo para despejar y relajar.

Un recién nacido, un bebé que está con su madre,

no necesita nada más.

María Berrozpe

2. Dormir con él, estar lo más cerca posible.

Lo que mejor funciona, sin duda. Por desgracia, muchas familias hacen lo que se llama colecho reactivo, cuando ya no saben qué hacer para que duerma solo, cuando ya han probado varias cosas y como última opción y sin mucho entusiasmo, lo ponen a dormir con ellos en la cama.

Acaban haciendo lo más natural y normal pero con resentimiento al pensar que no deben hacerlo así y que puede ser perjudicial en un futuro cercano. Nada más lejos de la verdad.

De 4 a 7 meses

Ahora el bebé pasa más tiempo despierto y se nota. Le interesa mucho más su entorno y está más activo. Ya distingue la noche del día y pasa más horas seguidas durmiendo de noche –con algunas “interrupciones” para comprobar que mamá y papá siguen ahí- y concentrando el día en algunas siestas (2 o 3 aproximadamente).

Eso no significa que duerman en las mismas horas que los padres, por desgracia para ellos. Suelen ser una media de 5 horas seguidas y si las duermen de 22 a 3 de la noche, ya han podido dormir “su noche” y a las 3 de la mañana podrían estar más frescos que una rosa.

La estimulación e inputs recibidos son muchos más ahora y provoca un sueño más inestable. Incluso muchos bebés, que dormían más horas a los 2 meses, ahora duermen menos y tienen lo que definen los padres como “peor sueño”.

Claro que debo añadir que el sueño tampoco mejora en esta etapa si se junta con varios factores que coinciden, como la conciliación laboral de la madre (que suele ser la que coge la baja maternal), entrar en una guardería a pasar ciertas horas de sobre estímulos, querer la atención de mamá el resto del día y demandar contacto, etc. para compensar todo ese tiempo. El sueño de este bebé puede “desequilibrarse” un poco y tener más despertares nocturnos.

Algunas estrategias que podrían ir bien en esta etapa serían:

1. No ser insistentes en dormirlo o hacerle mamar para relajarlo.

2. Alimentarlo en un entorno suave y tranquilo y listo para invitar al sueño: tenue, en penumbra, sin ruidos fuertes, con mamá tranquila…

3. Anticiparse a sus necesidades. Como darle el pecho antes de que llore (sería una señal tardía de hambre si así lo hiciera), ponerlo a dormir cuando se frote los ojitos, bostece, etc. Fijarse bien en cuando ocurre esto. Si compruebas que sobre las 10 de cada día ya se pone irritable, malhumorado o con señales de sueño, prueba a intentar dormirlo un ratito antes al día siguiente, crea una sutil rutina de poco estímulo, música suave, etc. una hora antes, por ejemplo.

4. Aunque parezca obvio, kilos de paciencia y respirar hondo. El bebé hace lo que debe hacer y no será un problema si no lo convertimos en un problema. En pocas semanas verás cambios importantes y no dudes que tú también acabarás por dormir toda la noche.

5. Permitir las siestas y no interrumpirlas jamás. Para que duerma mejor de noche, es vital que duerma bien de día. Las siestas son imprescindibles. Y no es necesario –más bien contraproducente- estimularlo mucho o cansarlo para que duerma antes o intentar que no duerma si se ven señales de sueño para ponerlo a dormir a la hora que nos vaya bien a nosotros. Un bebé cansado tarda más en dormirse, lo suele hacer en peores condiciones y se despierta antes.

6. Hablarlo. Te parecerá una chorrada pero te sorprenderías lo que resulta explicarle las cosas a tu bebé de buen comienzo. Practicar la programación neurolingüística funciona muy bien: “qué sueñito tienes!” o bostezar y que te vea.

De 8 a 12 meses

Una de las etapas más significativas e intensas en cuanto a cambios en la vida del bebé es de los 8 meses hasta el año.

El sueño puede volverse caótico para el adulto, un caos necesario para el bebé que se encuentra en la etapa de salida de dientes, empezar a gatear y/o a caminar, la angustia por separación (le dedico un artículo a parte a este factor tan importante), el descubrimiento de un mundo al que tiene mayor acceso, entre otras cosas tanto o más interesantes. Aquí te lo explico todo:

– Seguro que has oído hablar de “La crisis del 8º mes” y si no, ahora te cuento: en este mes aproximadamente ocurre lo que llamamos un hito evolutivo conocido como angustia por separación. El bebé empieza a reconocer su entorno más allá de su mamá y sabe que puede desaparecer de su vida en cualquier momento. Él no sabe que volverás, solo que te has ido. El lloro se puede intensificar durante el día o la noche cuando la mamá o el papá se alejan o desaparecen de su visión.

No les gusta ir de brazos en brazos aunque sean conocidos y se sienten tremendamente seguros y confiados en brazos de mamá o papá.

Hay bebés a los que ni se les nota y a otros se les hace muy difícil la interacción fuera de los brazos de mamá o papá.

Si la estás viviendo puedes prepararte para ello hasta los 3 años más o menos, cuando la independencia y autonomía se vuelve más segura para el niño.

Y te preguntarás que tiene que ver esto con el sueño del bebé. Es sencillo. El bebé te necesita más que nunca para desarrollarse a nivel psicológico de una forma sana y dormir seguro es una de las bases para que se dé.

– Salen los primeros dientes. Mi hija nació con los dos dientes de abajo. En unos días la encía los cubrió y hasta los 15 meses no le salió ni uno. Es una situación normal, pero no habitual. Sobre los 8 meses ya pueden empezar a salir los primeros en la mayoría de los casos y muchas veces no es ni cómodo ni agradable para los bebés.

Personalmente ni me enteré de la salida de todos sus dientes, de ninguno de mis dos hijos. Pero normalmente lo notan y lo notas.

Evidentemente la salida de los dientes puede interferir en el sueño, en el momento de conciliarlo y en volver a dormir después de un despertar nocturno.

Aquí podríamos dar algún consejillo que ayude al niño a dormir mejor si le pasa: como dar masajes en las encías, ofrecer mordedores –previamente frescos en la nevera-, trozos de fruta fresca, líquidos frescos, trozos de pan duro (si ya está introducido)…

– Tener en cuenta la alimentación. Podemos pensar que darle más comida hará que duerma más lleno y mejor. Pero precisamente el exceso de comida dificulta la digestión, por consiguiente un sueño peor.

Psicomotricidad. Aprender a caminar, gatear, sentarse, ponerse de pie…cuando descubren lo que son capaces de hacer practicarlo es vital y tienen muchísimo interés en estar en continuo movimiento.

Hay bebés que se despiertan a media noche y quieren (necesitan) practicar, lo que puede hacerse pesado para los papás. No te preocupes, cuando cogen práctica y habilidad no necesitan practicar tanto y se reducen los despertares.

No sé porqué, a esta edad la mayoría de los papás se plantean dejar a su bebé en otra habitación, suelen oír que ya son “mayores” que pueden malacostumbrarse, etc. pero no existe motivo para ello. Este tema da para un nuevo artículo.

¿Qué podemos hacer para propiciar el sueño a esta edad tan especial?

1. Las siestas. Como en la anterior etapa es de especial importancia las siestas del día. Los cambios que está viviendo necesitan de descanso para restaurarse y volver a la carga.

2. Crear rutinas y preparar al niño. Si el niño vive el sueño como algo previsible le dará seguridad. Un rato antes preparar la música, el bañito, el cuento, la canción, el entorno, los olores, etc. Y a dormir. Observar cómo actúa, cómo reacciona mientras los papás lo vivís de forma tranquila y relajada. Haced lo que os funcione. En mi caso mi hija no se relajaba con el baño y cuento, al contrario, se activaba más. Opté por otra rutina nocturna y a bañarla por la mañana. Funcionó.

3. Utilizar el Plan Padre. Como normalmente mamá suele dormir al bebé, papá puede involucrarse para que, en un futuro muy cercano, existan dos personas “capaces” de dormir al bebé. Que lo vaya cogiendo papá cuando está calmado, que lo coja mamá si el bebé lo pide o se le ve inquieto. No debe ser forzado.

De 1 a 2 años

En esta etapa el sueño es parecido a la etapa anterior. Las mismas necesidades y el mismo estado evolutivo (que empezó sobre los 6 meses y ahora se consolida un poco más). Pero sigue siendo un proceso de maduración cognitiva importante y los despertares pueden seguir ocurriendo por estos motivos:

– La mismísima angustia por separación vuelve a aparecer o no se ha ido. Sobre el año y medio, los dos años y los tres volveremos a saber de ella, ya que, los cambios característicos la hacen florecer.

– Volvemos a la salida de los dientes. De otros dientes: los colmillos. Las molestias pueden volver a aparecer.

– Parloteando. Aunque siguen aprendiendo a caminar, etc. se junta con las ganas de hablar, con el protolenguaje (se puede despertar más por la noche a practicar) En estos momentos, aunque el niño se mueva mucho y necesite control continuo, debemos evitar tenerlos en las tronas o parques más que nunca.

– Las temidas “rabietas”. Uno de los factores más importantes son los “terribles dos años”, en un artículo que te dejo más abajo te cuento un poco que pienso al respecto. A los dos años aproximadamente empiezan las temidas rabietas, la independencia y autonomía surge y los NO toman el control.

Esto provoca que los papás estemos más irritados en general, se corrige más a los niños y hay más reprimendas. Esto se contrarresta con mucho cariño, paciencia y abrazos, no lo dudes.

Aquí seguimos con las estrategias o truquillos que con los 8-12 meses, con alguna diferencia característica pero nada más:

1. Detectar que el bebé ya tiene sueño al ver que su actividad cede, se tiran al suelo, se frotan los ojos, buscan el regazo de mamá o papá, están más irritados o lloriquean, se vuelven más torpes en cuando a movimientos se refiere…un poco antes de esto ya debemos probar a poner a dormir al bebé, si llevas mucho rato viendo estas conductas puede que sea tarde y esté “pasado de vueltas”.

2. Los niños, nuestro espejo. Tengamos en cuenta nuestro estado de ánimo, que determina el estado de ánimo de nuestro bebé.

3. Distracciones. A esta edad también podemos ayudar un poco con el día a día para procurar un sueño saludable haciendo varias actividades (parque, jugar…), probar a poner una hora en concreto para dormir a ver cómo responde el bebé, evitando dos hora antes cualquier distracción mental (tablets, tv, móviles, ruidos fuertes, luces muy brillantes…), y sustituirlo por actividades que hagan que el cerebro trabaje y se canse (puzles, cuentos…).

4. Compartir la cama familiar. Por supuesto sigue siendo fantástica la idea de compartir cama para facilitar todo el proceso.

Margot Sunderland, psiquiatra infantil, dice que

“Los estudios científicos demuestran que cuanto más contacto se tiene con el niño en la infancia, más tranquilo y menos temeroso será de adulto. Es así porque el contacto físico ayuda a regular el sistema de respuesta al estrés del cerebro infantil”

5. ¡No olvidemos la importancia de la siesta!

De 2 a 3 o más años

En esta etapa ya podríamos ver un sueño parecido al del adulto en muchísimos casos, fisiológicamente hablando, con la diferencia de que aparecen a esta edad nuevos hitos a tener en cuenta que pueden marcar al bebé para siempre si no los gestionamos con suma delicadeza y respeto: los miedos, las pesadillas y terrores nocturnos, los “terribles dos años” en todo su esplendor y el control de esfínteres.

1. Los miedos

La sensación de seguridad es frágil, los niños necesitan a sus padres o figuras de apoyo y de confianza para superar cualquier obstáculo. Pensad que tener miedo es vital, nos enseña a huir o a luchar en caso de peligro, es una emoción muy importante que veremos en nuestro hijo a partir de ahora.

Nunca debemos menospreciar sus miedos ni decirle cosas como “no tengas miedo”, “esto no da miedo”, “no seas miedica”, “solo los niños tienen miedo”, etc. ya que desvalorizamos sus sentimientos y empeoramos la situación que traerá graves consecuencias en un futuro.

Evidentemente los miedos pueden provocar despertares nocturnos en los bebés y niños a partir de ahora, ya que a esta edad no saben distinguir la realidad de la ficción o fantasía. Si existe en su mente, existe y es real para ellos.

Es imprescindible no ignorar los miedos y darles la importancia que merecen para que vayan desapareciendo ya que muchas veces los inspira situaciones de estrés o ansiedad que vive el niño en el hogar o fuera de él.

Lo que podemos hacer para ayudar a los niños en estos casos es, a parte de hablarlo largo y tendido y explicar a los niños que estaremos a su lado, es:

– Controlar qué ven por la pantalla. Imágenes, anuncios de películas de miedo o suspense, etc.

– Permitir luces abiertas y tenues al dormir. La oscuridad puede ser la gran temida para los niños.

– No explicar historias de miedo a los niños ni asustarles con amenazas para que se vayan a dormir. ¿Quién iba a poder dormir si se piensa que puede venir un monstruo a buscarnos?

– Aceptar los miedos, no negar que se sienten. Para los niños ya hemos dicho que son reales, darles la seguridad de nuestra compañía puede ser la mejor opción.

– No obligar al niño a dormir solo, empeoraría la situación.

2. Las pesadillas y terrores nocturnos

Son cosas diferentes. Las pesadillas son sueños desagradables que hacen que el niño se despierte desorientado y creyendo lo que ha soñado. Tranquilizarle y no menospreciar esta emoción con frases del tipo “solo ha sido un sueño”. Ponemos hacerle dibujar el sueño por la mañana y trabajar en ello.

Cuando vuelva a dormir ayudarle describiendo imágenes agradables. Las pesadillas ocurren al final de la noche, cuando llevan dormidos mucho rato y suelen recordarlas muy bien.

Los terrores nocturnos ocurren cuando llevan dormidos menos de tres horas, al principio de la noche, durante un sueño profundo y pueden verse a partir de los 6 meses, tras la constitución de las fases del sueño adulto. Se definen como despertares parciales que suele durar unos 10 minutos aproximadamente, en los que se vuelve a dormir como si nada. No lo recuerdan, no se despiertan y al no estar conscientes realmente no aceptan el contacto ni el consuelo de nadie.

Por nada del mundo debe intentar despertarse al niño es este estado. El estrés que se le crea puede hacer que tenga más episodios de terrores nocturnos. Si algún padre o madre los ha visto sabrá lo impotente que se siente uno al ver al niño gritando, llorando, agitado, pataleando…y no poder hacer nada más que acompañarlo y vigilar que no se dañe, esperando que pase la crisis.

Los terrores están relacionados con los factores que ocurren antes de irse a dormir. Cansancio por falta de siestas o descansos durante el día, estar enfermos, o la misma cafeína que puede afectar al sistema nervioso central influyen en su frecuencia e intensidad.

 3. Los “terribles” dos años

O los maravillosos dos años, como me gusta llamarlos. Como hemos comentado anteriormente, la primera infancia aparece ahora y el niño viva cambios significativos que marcarán para siempre su carácter y personalidad. Las “rabietas” aparecen para quedarse hasta más o menos los 5 años y dependiendo de cómo lo llevemos pueden quedarse más tiempo, en otro artículo que te dejo más abajo te explico cómo puedes gestionarlas respetuosamente.

 4. El control de esfínteres

Este gran cambio, que depende de la maduración neurológica del sistema nervioso central, es decir, no puede forzarse, suele empezar en esta etapa. Hay bebés que ya controlan y se quitan el pañal a los 18 meses y otros no pueden hasta los 4 años. Por supuesto que puede afectar al sueño nocturno, es un nuevo reto y preocupación en la vida del bebé o niño. Si dejamos que fluyan las cosas y no forzamos la situación, es decir, no quitamos nosotros el pañal, todo irá de fábula. Una vez más te dejo un artículo más abajo para que puedas consultarlo.

En definitiva, un sueño saludable es cuando el bebé duerme cuando y cuanto quiere y con quien quiere con algún apoyo de los adultos si se requiere. Cuando menos interferamos, mejor sueño tendrá nuestro bebé en un futuro muy cercano. Buenas noches.

Aquí los enlaces a los artículos que te he ido comentado:

Colecho o dormir todos juntos

Ubres, mamas, pechos

Los terribles dos años…¡para los niños!

¿Cuándo quitar el pañal?

Las 10 claves imprescindibles para gestionar un colapso emocional (rabieta)

Mo Queralt

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